La sociedad tiende a ver la pubertad y la adolescencia como un período oscuro, amenazante, como una Edad Media en la vida de los hijos.
Padres de familia que han pasaron pruebas difíciles y exigentes como las levantadas a las 2 de la mañana a alimentar y cambiar pañales, pataletas en el suelo en la mitad del centro comercial y discusiones del tipo “pero yo no quiero ir hoy al colegio” (¿las recuerda?), de repente parecen perder toda la fortaleza ganada cuando oyen las palabras pubertad y adolescencia.
Cuando un niño (o niña) de 8 años despierta en la noche llorando y quejándose de que le duelen las piernas el remedio usual es hacerle un masaje, pero ¿hay que darle alguna droga para el dolor o quizás llevarlo dónde el médico?
¿Cómo saber si un niño (o una niña) es muy alto?, ¿o muy bajito? Aunque los niños de hoy vienen en todas las formas y tamaños, un niño saludable debe crecer a un ritmo regularizado para su edad, desde la infancia en adelante.
Nada mejor para producir una mezcla de emociones contradictorias. Ansiedad y excitación por todo lo que viene, y a la vez disgusto y malestar de que las vacaciones se acabaron.
Todos los niños (los chiquitos, los medianos y los más grandes), sienten un hormigueo en el estómago en esta época del año, no importa si las vacaciones estuvieron llenas de actividades o de reclamos porque se aburrían sin nada para hacer.
Anemia ¿Fatiga, debilidad, palidez, acortamiento de la respiración, mareos, irritabilidad, entumecimiento y frío de las manos y los pies, y dolor de cabeza? Podría ser anemia, una enfermedad que silenciosamente ataca a millones de personas en todo el mundo.
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