Desde su infancia Clara Robledo ha estado en contacto con la naturaleza, pero fue en las carreras de Publicidad y Antropología donde realmente descubrió su entusiasmo por las plantas y el cuidado del medio ambiente. Desde entonces, lo que parecía un interés o un hobbie se fue convirtiendo en negocio y más recientemente en una iniciativa ecológica que desarrolla en el parque ambiental La Frontera.
Hace tres años empezó a buscar la forma de proyectarse como independiente. Así nació La Savia hace un año (en 2012), negocio de jardines domésticos en recipientes de vidrio soplado. “Son terrarios, varias plantas en un mismo recipiente que crean su propio equilibrio de ecosistema”, explica Clara. Estos pequeños mundos vegetales permiten tener, a quien los adquiere, una conexión con la naturaleza dentro del hogar.
Sin embargo, para ella es importante compartir con la comunidad este interés por la naturaleza y el medio ambiente. Como complemento a su negocio, y después de haber hecho parte del equipo de Aulas Ambientales de la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín en el parque de La Frontera, creó los encuentros pedagógicos La Savia, dirigidos a niños, jóvenes y adultos en ese mismo lugar. Todos los viernes, de 3:30 a 5 de la tarde, cualquier interesado en el tema puede asistir gratuitamente a estos talleres lúdicos y educativos.
En ellos, desde hace seis meses, Clara, los participantes, y en ocasiones invitados especiales, ponen en práctica la producción de abono orgánico, le dan mantenimiento a un lombricultivo, estudian y observan la naturaleza y la importancia de otros seres vivos en el equilibrio natural, cuidan una huerta de plantas aromáticas y medicinales, y empacan y distribuyen su cosecha gratuitamente a transeúntes del parque. Con los niños más pequeños trabaja la sensibilización observando musgos, microorganismos en la tierra y haciendo talleres de dibujo con materiales orgánicos como hojas secas. La idea es fomentar el aprendizaje desde la sabiduría propia de la naturaleza.
Públicos muy variados asisten a los encuentros; abuelos con sus nietos, madres con hijos, adolescentes y hasta visitantes del parque que se topan con ellos y se unen a las actividades. “Es muy valioso que adolescentes se entusiasmen con esto y voluntariamente vengan un viernes en la tarde”, dice Clara. “Eso hay que estimularlo, y es por esa respuesta de ellos y de los niños que siento el impulso para seguir haciéndolos y una gran satisfacción”.