Memoria, la nueva película colombiana-tailandesa dirigida por el director tailandés Apichatpong Weerasethakul, llega a las salas de cine de Colombia luego de ganar el premio del jurado en Cannes 2021. Al ser cine arte en su mayor expresión y dejar a sus espectadores con más preguntas que respuestas, la periodista Natalia Bullett entrevista a su director para conocer el origen de esta película, el simbolismo detrás de algunos elementos y su visión general sobre crear este tipo de cine y continuar haciéndolo por fuera de su país natal.
Una entrevista de Natalia Bullett, para Vivir en El Poblado
¿Cómo prefieres que te llamen?, le pregunta Natalia. “Me gusta que me llamen Api, porque me suena a happy, feliz”, dice el aclamado director, que estudió Arquitectura en Tailandia, aunque su interés siempre fue la industria del cine. “No era una opción para un niño en Tailandia -dice Api-. Escogí la Arquitectura porque es mi segundo amor. Luego de Arquitectura, me cambié hacia el cine en Chicago, donde descubrí el cine experimental. Esas historias inspiradoras a través de las imágenes en movimiento”.
Tuve la oportunidad de ver Memoria en la primera función de prensa en Medellín, y tuve un sentimiento. No he vivido toda mi vida en Colombia, pero al haberla visto a través de tu mirada, sentí que era como yo veía a Colombia cuando era una niña. De alguna forma hasta seguro, pero que me regresaba a las memorias de mi infancia. Y eso me hace pensar el nombre de la película, Memoria, tal vez tus memorias y las de aquellas personas que construyeron esta película. ¿Nos podrías hablar un poco sobre eso?
Apichatpong: Me parece interesante que digas que te sentiste segura, porque para mí es una película bastante incómoda para sentarse a ver. Segura, creo que no lo es. Me doy cuenta de que hay algo en el interior que está temblando…
Es como un cuestionamiento constante, ¿o no?
Sí, cuestionando y… lamentando. Siento que la tierra está llorando a través de esta película. Y este personaje, interpretado por Tilda, camina y camina intentando encontrarle sentido a este ruido y a esta tierra. No está estable. Tal vez ella está intentando encontrarse a sí misma, no lo sabemos. Entonces esos son los sentimientos que yo tuve e intenté expresar, según mi experiencia y el camino que recorrí cuando estuve en Colombia en el 2017.
Ya que esta es una película tan cargada de esos recuerdos, sé que unos son tuyos y otros de personas relacionadas con el proceso creativo de la película. ¿Hay alguno que sea muy simbólico e importante para ti? Algún diálogo que digas que es muy tuyo.
Creo que la mente lo procesa todo, pero creo que, de los diálogos, uno de los que más aprecio es el recorrido. Tal vez cuando Jéssica (la protagonista) intenta explicarle a Hernán, el ingeniero de sonido, el sonido que está escuchando en su cabeza… Sí, esa dificultad de intentar encontrar el sonido, y cuando tiene ese shock en su expresión. La forma en que ella caminaba, obviamente, ese soy yo. No las palabras habladas, sino los movimientos y el camino del corazón.
El sonido es muy importante para ti, y en esta película es casi que un elemento protagónico, o un personaje muy importante. ¿Por qué es el sonido un elemento tan fundamental en tu cine?
Pues, porque comenzó con el sonido. La inspiración para mis otras películas podía originar de una memoria o un lugar, pero para esta película fue ese sonido que escuchaba en mi cabeza, y en la de Jéssica. Y siento que eso lograba conectar todo, el poder construir sobre esa experiencia, y es una sensación de que el cuerpo se convierte en parte de la experiencia visual. Es muy importante cómo Jéssica está escuchando, sea un ruido alto, o música, o la naturaleza, pájaros, la calle, el bus… ¿Sabes? Todas esas cosas. Y las personas se convierten en “ella”. Es por eso por lo que el sonido es tan importante.
Es tan importante. Porque siento que también el silencio es parte del sonido. Hay tomas muy largas, una cámara estática, está intentando hacerte sentir todo eso a través de los silencios también, ¿cierto?
Sí, sí. Es estar en ese momento, juntos. Eso me sorprendió bastante, porque no lo había notado sino hasta que estaba en Cannes con otras personas, Tilda y el equipo. Luego de que la película se acabara, hubo algo que sentí como asombro… “Oh, tal vez esta es la razón: la conexión”. Especialmente cuando estamos en una pandemia y el acto de poder ver la película juntos, escucharla juntos, esta simple actividad, fue muy hermoso. Eso resonó.
Haces películas que no son lo típico de la industria, lo prototipo hollywoodense, porque tal vez sientes que tienes algo que decir y puede que sea un deseo de querer mover unas fibras internas de las personas o hacer que se cuestionen a sí mismos sobre sus roles en la sociedad, sus condiciones humanas, sus pasados, presentes y futuros, hacia dónde van… ¿O qué es?
No necesariamente. No tan grande, no tan ambicioso. Básicamente siento que es el acto de “ser” y entender que también lo que vemos es una ilusión, es ficción, es como un sueño, un sueño real. Entonces es simplemente ser y, digamos, el conocer esa historia no es la preocupación principal del arte de hacer cine. Puede ser una forma alternativa de ver cine, sentir, que tal vez sea difícil de entender. Que uno salga de la sala y se diga “¿de qué era esta película?”. No lo puedo contestar tampoco. Es una experiencia.
Especialmente en esta película, Memoria, es una experiencia. Los dos personajes masculinos, que ambos se llamaban Hernán, uno joven y otro mayor, ¿tenían algo que ver con la interpretación de la juventud a diferencia de la figura adulta y sabia de esa versión del mismo hombre?
No lo sé. Hay muchas cosas que yo no sé y esa es una de las bellezas de esto. Porque vengo aquí y no conozco muchas cosas, no conozco el idioma. Es lo mismo con Tilda, ella dice que esto es hermoso porque a veces tenemos esa urgencia de querer saberlo todo, de estar conectados siempre y estar en toda la acción… Entonces es darle un descanso y asumir que no sabemos. Cuando grabamos la película, yo, al igual que mis otras películas, preferí no conocer ese contexto pasado del personaje: ¿hace cuánto se murió su esposo? ¿cuándo había sido su última vez en Bogotá?… No lo sé y no me importa. Es solo ese momento el que importa y el que lo alimenta. Esa es la clave. Pero sobre Hernán, algo que podemos discutir, es la fluidez de la memoria. Es casi fantasmagórico. Podría perfectamente ser un espejismo, es una memoria. Y no saber también está bien.
Hablemos sobre tu proceso creativo a la hora de escribir un guion, cuando comienzas con esa idea. Escuché que Tilda dijo que desde el 2004 venían hablando de querer hacer una película juntos, tal vez sobre alucinaciones o sueños, y vieron una oportunidad de hacer algo juntos. ¿Cómo sabes cuando ya está lista para ser materializada esta idea?
Aquí en Colombia. Vine de visita y tuve la oportunidad de hablar con personas, especialmente con personas con experiencias traumáticas en el hospital. Hay tantas historias detrás de Memoria que, para mí, hacer la película es sobre poder reducirlo a algo muy minimalista, pero que su fondo está compilado en un libro que también se llama “Memoria”; entonces, esa es la situación de unos meses en Colombia.
Sé que tú ayudas a muchas personas que desean crear cine más artístico, o que exploren diferentes formas de cine. ¿Crees que es algo muy profundo en ti que te dice que hay esa necesidad por crear ese tipo de historias y narrativas, tal vez verbalizar algo en específico?
Siempre hay algo honesto sobre tu experiencia de vida, que tal vez se hace menos y menos obvio con todas las sombras que crean esos grandes canales de streaming. Es casi como un ataque de impulsividad, porque “oh, está en Netflix”, o la otra, o la otra. Pero a veces se hace es por comodidad, y se nos olvida que hay filmes que son mucho más personales, que no están hechos para ese tipo de plataformas y que también pueden ser apreciadas. Es por eso que defiendo eso; y ver películas en el cine, porque son diseñadas para ese formato de gran pantalla y buen sonido envolvente.
Sabemos, y también lo has mencionado, que hay un conflicto en Tailandia que dificulta la creación de cine o que tal vez hace que haya unos parámetros muy estrictos a la hora de hacer cine…
Sí, tenemos varios tabúes. Es bastante sofocante debido al gobierno militar que hace que sea una sociedad ultraconservadora. Esa es la moral, siento como si estuviera en una camisa de fuerza. Para mí, hacer una película en Tailandia ahora debería ser sobre el tema político porque es algo muy latente en mi vida y para mí; pero me da mucha dificultad el “no puedes hacer esto, no puedes hacer lo otro”. Entonces este es otro motivo por el que filmo aquí también, y me dije a mí mismo que lo debí haber hecho hace mucho tiempo. Porque ha sido una experiencia liberadora.
Por último, ¿qué esperas de Memoria, especialmente aquí en Colombia, en nuestro país?
Estoy muy feliz porque siento que pertenece aquí. Cuando estaba viendo el tráiler y el póster en el cine en Bogotá, sentí “¡oh! es una película local”. A veces se me olvida eso: yo la hice. La cosa es que, si se muestra en Tailandia, creo que se sentiría muy foránea. No se siente thai en lo absoluto. Entonces es un sentimiento extraño, pero también es un honor haber recibido esa oportunidad y ese apoyo para hacerla.
Y esperamos que hagas mucho más cine aquí y que puedas quedarte más tiempo.
Sí, tengo que mejorar mi español.