En esos cinco primeros meses la también conocida como glorieta de Monterrey sumó 71 accidentes. El punto más conflictivo de Medellín también es otro de tradición, el barrio Caribe, en la calle 78 con la 64C, con 87 incidentes. En segundo lugar está la calle 10 con la 52: 80 casos.
Las cifras hay que leerlas en contexto y un contexto señala que la 48, avenida Las Vegas, no solo presenta problemas en el área de la calle 10. Su cruce con la 12 sur fue escenario en esos cinco meses de 34 choques, en la intersección con la calle 7 hubo 20 choques y en la 4 sur se registraron 19. El único punto de los cinco de mayor accidentalidad en El Poblado que no toca Las Vegas igual está cerca, en la calle 12 sur con la 49, con 25 registros de colisión.
Las cifras también hay que leerlas en el terreno y un ejercicio de observación en hora pico de la semana, solo alienta una exclamación: ¡antes es que no hay más accidentes!
La glorieta de Monterrey un miércoles cerca de las 2 de la tarde, en una mirada sin afanes, es una colección de anomalías y, al mismo tiempo, para el caso de este 8 de junio, un vacío de autoridad.
Conductores que se vuelan los semáforos en amarillo; conductores que necesitando tomar una de las salidas de la glorieta, ruedan la mayor parte del tiempo por los carriles interiores y hacen su maniobra en el último instante; conductores que no usan las direccionales; conductores que van de compras a Monterrey y su comercio vecino y estacionan en la vía pública; taxistas que instalaron un acopio en la esquina del Politécnico; peatones que cortan camino entre el tráfico; conductores avanzan en contravía.
Es un cruce de arterias, con puente y con conexión con el occidente, de alto tráfico y usado para una diversidad de fines que superan la movilidad. Es zona para conducir con los sentidos más atentos y está avisado. Pero también es un reflejo de lo mal que manejamos y de que ocurren y ocurren anomalías y los guardas no siempre sirven ni siquiera de testigos.