Antes de recoger los frutos, hubo raíces

Muchos de los grandes ecosistemas de emprendimiento que hoy conocemos nacieron en las universidades. Esto para nada es casualidad, porque entre cafeterías, bibliotecas y salones de clase, se han creado empresas, sociedades, amistades y matrimonios.

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Un buen ejemplo es Google. En 1995, en medio de su doctorado en Stanford, Larry Page y Sergey Brin empezaron a trabajar en BackRub, un proyecto que buscaba mejorar los motores de búsqueda. Lo que comenzó como un experimento universitario terminó cambiando para siempre la manera en que navegamos en internet.

En un mundo en el que el conocimiento y la innovación son los activos más valiosos, el emprendimiento universitario se ha convertido en una de las fuerzas más poderosas para transformar regiones y construir futuro. Es normal ver a las universidades como espacios de formación académica y generación de conocimiento. Sin embargo, el rol de la universidad es mucho más amplio y va más allá de formar profesionales, también como en On.going –Centro de Emprendimiento de la Universidad EAFIT– donde buscamos formar y desarrollar emprendedores que creen soluciones para el mercado y la sociedad.

El emprendimiento universitario se ha convertido en una herramienta estratégica para dinamizar el crecimiento económico de las regiones. Este fenómeno no solo genera nuevas empresas y empleos, sino que también contribuye a la sofisticación del tejido productivo, impulsando sectores como la tecnología, la biotecnología, las industrias creativas y la sostenibilidad.

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Un ejemplo más cercano lo encontramos en Medellín. En 2012, en la Universidad EAFIT, nació Erco Energy, una empresa –liderada por Juan Esteban Hincapié y Juan Camilo López– que empezó como un proyecto universitario y hoy es referente en soluciones de energía solar y eficiencia energética.

Lo que comenzó como una inquietud académica por crear alternativas sostenibles, se convirtió en una compañía que hoy impulsa la transición energética en Colombia, demostrando que desde las universidades no solo se enseña teoría, también se construye el futuro.

Este tipo de casos ilustran cómo el emprendimiento universitario no solo resuelve problemas locales, sino que también propone soluciones que trascienden fronteras.

No obstante, el camino no está exento de desafíos. Los emprendedores universitarios aún enfrentan barreras como el acceso a financiamiento en etapas tempranas, la falta de mentalidad, la dificultad para conectar con redes de apoyo empresarial y la ausencia de programas de incubación.

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A pesar de estos retos, el emprendimiento universitario representa una oportunidad única, la de construir nuevas teorías empresariales desde la práctica. Cada emprendimiento que nace en una universidad aporta casos reales, datos y experiencias que retroalimentan la academia y fortalecen los modelos de formación.

La universidad ya no solo enseña modelos de negocios existentes, ahora ayuda a crear los negocios que definirán el futuro.

Si queremos consolidarnos como un  hub de innovación y de emprendimiento, debemos seguir apostando por fortalecer los programas de incubación, desarrollar vehículos de inversión en etapa temprana, espacios de coworking académico y redes de mentoría son piezas fundamentales para construir un ecosistema donde los jóvenes no solo encuentren trabajo, sino que creen trabajo.

El emprendimiento universitario es, en esencia, una siembra de futuro, donde se cultiva la innovación, germina la resiliencia y florece el desarrollo económico y social. Porque cuando se siembra conocimiento con propósito, se cosecha progreso para toda una región.

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