Andrés Fernández tiene 24 años, nació en Medellín, vive en el sur del Aburrá, en Caldas, es comunicador y relacionista corporativo. Hace parte del grupo de 60 mil voluntarios que en todo el mundo harán parte del ensayo clínico para probar la vacuna contra la COVID-19 que desarrolla la farmacéutica estadounidense Johnson & Johnson.
Cuando Andrés escuchó sobre los ensayos clínicos, pensó que sería interesante hacer parte de uno de estos voluntariados. “Al enterarme de que el Gobierno nacional tiene un acuerdo con Johnson & Johnson para el desarrollo de la vacuna, me puse en contacto con el Centro de Investigación Clínica CIC, la empresa que está a cargo en Medellín”.
“Mi madre me respaldó, mi abuela sí está un poco más escéptica y mis amigos me entusiasmaron más a que lo hiciera, incluso, varios de ellos también se animaron”, cuenta Andrés, quien actualmente ejerce su profesión en el Municipio de Medellín.
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“Es momento de confiar en la ciencia y cooperar“, expresa Andrés, y añade que “he venido llevando a cabo las medidas de aislamiento y de bioseguridad, de usar el tapabocas, estar en teletrabajo, lavarme las manos y ahora hay que cooperar con la ciencia y ayudar para que estos ensayos clínicos puedan avanzar”.
Para ser tenido en cuenta como voluntario, Andrés debía cumplir con requisitos mínimos, entre ellos, que su edad estuviera entre 18 y 60 años, no tener enfermedades de base y tener presente la última vez que se vacunó. De esta forma se se espera que a mediados de septiembre le estén suministrando la vacuna.
Una vez comience esta tercera fase de pruebas, de los 60 mil voluntarios, unos tendrán la vacuna y otros el placebo, tal como funcionan todos los ensayos clínicos de este tipo. “Yo espero que me toque la vacuna”, confiensa con ilusión.