Ancianos, los más atropellados
“Más vale perder un minuto en la vida que la vida en un minuto”, dice un viejo adagio. Pues es un buen consejo para las personas mayores, las principales víctimas de accidentalidad con peatones en la ciudad
Amantina, presidente del club de vida Paz y Unión, en la comuna 3, tenía una cita médica. Iba retrasada y no aceptó que su hijo la llevara en carro para no demorarlo en su llegada al trabajo. Caminó rápido por el andén, puso la mano a un bus que pasaba, se subió y se asió del tubo para sostenerse. Pero sus manos estaban engrasadas con crema humectante y se deslizó, cayó a la vía pública y su cabeza -la parte más pesada del cuerpo humano- se estrelló contra una piedra. Eran las 7 y 45 minutos de la mañana. A la 1 de la tarde Amantina ya no era de este mundo.
Don Óscar cantaba las misas en Belén Los Alpes. Afanado, se disponía a cruzar la calle 30 rumbo a la iglesia pero no vio al motociclista que subía. Murió atropellado frente al templo en el que pasaba la mayor parte de su vida.
En otro barrio de Medellín, El Pinar, una señora miró hacia una lado de la vía para cruzarla pero como era de doble circulación no vio que del lado contrario venía una moto. Casualidad siniestra: el motociclista que le quitó la vida era su hijo de crianza.
En la Avenida El Poblado, frente a la iglesia, un golpe secó estremeció a los vecinos a primera hora de la mañana. Era un anciano que salía de misa y fue atropellado por un vehículo. Minutos después murió cuando era trasladado a un centro asistencial.
Muchas historias similares a estas ocurren regularmente en las calles de Medellín, como lo relata William Vélez, coordinador del Programa de Movilidad de la Secretaría de Transportes y Tránsito. Las personas mayores de 60 años, cuyo mes se celebra en agosto precisamente con varias campañas para su seguridad en las vías, constituyen el 60 % de los peatones víctimas de la violencia vial en la ciudad.
“Voy de afán”, es la disculpa que más esgrimen tanto los peatones como los conductores involucrados en casos de tránsito. Lo paradójico es que muchos resulten perdiendo más tiempo e incluso la vida por andar a las carreras.
Menos capacidades, mayor vulnerabilidad
Son varias las razones que hacen de quienes pasan de los 60 años el grupo poblacional más vulnerable frente a la accidentalidad, según indica Doris Muñoz, líder de Educación Vial en la misma secretaría.
Contrario a lo que algunos piensan, la responsabilidad en los accidentes con este tipo de peatones no siempre recae sobre el conductor del vehículo. Factores asociados a la edad, como la disminución de la movilidad, la pérdida de los reflejos, de la capacidad auditiva y de la agudeza visual, los hace más propensos a no ver los carros o motocicletas, a no oír sus pitos o frenazos, a no distinguir los colores del semáforo ni la demarcación de las cebras y a no alcanzar a reaccionar a tiempo para evitar un atropellamiento. Para Doris Muñoz, este panorama lo empeora la terquedad en la que con frecuencia incurren para evitar la dependencia de los demás. “Se arriesgan mucho y se niegan a salir acompañados”, dice.
Recomendaciones
La recomendación para los peatones mayores es que siempre salgan a la calle con alguien mayor de 16 años. Es conveniente que utilicen prensas claras, que si usan el transporte público lo tomen en los paraderos, que crucen por las cebras y caminen en sentido contrario a los vehículos para que ambos se puedan ver. Entre las recomendaciones para los conductores están andar a la defensiva, no superar los límites de velocidad, conducir más despacio en las zonas residenciales y estar pendientes del peatón. “Muchos se pasan en rojo los semáforos de las zonas residenciales porque no ven a nadie, pero nunca se sabe en qué momento va a aparecer un peatón. Si este es joven, puede reaccionar más rápido y ponerse a salvo pero si es una persona mayor, difícilmente pueda esquivar el peligro”.