“El auge de las certificaciones ambientales para las edificaciones es un síntoma de progreso de la humanidad de cara a la protección de nuestro hábitat”.
Hace 12 años, un arquitecto de nuestra compañía nos sorprendió anunciándonos una tendencia incipiente de la arquitectura en los países desarrollados, los cuales estaban trabajando en una metodología que se llamaba LEED (Leadership in Energy & Environmental Design) con el convencimiento que esto aportaría a la transformación de la humanidad.
El arquitecto, nos habló de megatendencias y que una de ellas era trabajar por la sostenibilidad del planeta, esto para contrarrestar los efectos del momento en que la casa de todos estaría intoxicada y no tendríamos donde vivir. Ya para entonces se hablaba de calentamiento global, fenómeno del Niño y la Niña y año tras año veíamos aterrados cómo se deterioraba nuestro planeta, aumentándose las enfermedades incubadas en el ambiente.
Hemos visto como ríos y océanos se convierten en cloacas con mercurio y metales pesados, con islotes de plástico y un agujero en la atmósfera que nos protege de los rayos dañinos del sol. Nos fuimos dando cuenta de que el tema venía en serio y que, si no nos poníamos en la tarea de la preservación, nuestro planeta estaría cada vez más enfermo y sería inhabitable para las futuras generaciones.
Varias disciplinas en el mundo viajaron con decisión hacia lo que se llamó la cultura “verde”. La arquitectura, que diseña nuestro hábitat, la construcción y la operación de las infraestructuras no podían ser inferiores a ese reto. Es así como nacieron en el mundo metodologías que buscan minimizar la huella de carbono, midiendo el desempeño de los proyectos de edificaciones que pretenden ser respetuosos con el medio ambiente, promovidas por entidades como el USGBC (US Green Building Council) con 26 años de historia en el mundo o en Colombia el CCCS (Consejo Colombiano de Construcciones Sostenibles) que recientemente cumplió 10 años de existencia.
El USGBC lidera la metodología LEED para certificar las edificaciones según su nivel desempeño en buenas prácticas de sostenibilidad, incluyendo variables como el consumo racional y ahorros de agua y energía y el nivel de servicio para mejorar la calidad de vida de los usuarios de los edificios respecto a un proyecto típico, todo logrado utilizando materiales renovables y con prácticas constructivas de bajo impacto medio ambiental. En Colombia a diciembre 31 de 2018 se tenían 151 proyectos certificados LEED (2,3 millones de m2) y 223 proyectos en proceso de certificación (3,9 millones de m2), siendo terceros en Latinoamérica.
Según experiencias vividas, la aplicación de esta metodología, además de aportar a la responsabilidad social con disminuciones en huella de carbono estimadas en un 35%, es un buen negocio, ya que aunque las inversiones iniciales se incrementan entre un 2 % y 5 %, los ahorros durante la vida útil de la edificación pueden llegar a un 30 % en costos de energía, un 40 % en consumo de agua y más de un 50 % en el manejo de desechos, además de la posibilidad de obtener líneas blandas de financiación para la inversión inicial.
Como se puede concluir, el mundo está sensibilizado con la defensa del planeta, ejemplos como la adopción entusiasta de LEED en nuestros países y de otras certificaciones como EDGE, la cual es de menor exigencia, pero igualmente valiosa, presentan un panorama alentador para el planeta.
Vemos con agrado que las nuevas generaciones son, por lo general, amigas de mejores prácticas en relación con el cuidado de la humanidad.
Por Juan Carlos Molina C.