Alerta con los analgésicos
En el abuso de analgésicos del grupo de los opoides están incurriendo hoy tanto jóvenes como adultos, muchos de ellos de estratos altos
Llamamos hoy de nuevo la atención en Vivir en El Poblado sobre las adicciones, esta vez sobre una que se está haciendo cada día más común en nuestro medio y a la que tampoco está ajena la población de la comuna 14. Nos referimos al consumo abusivo de analgésicos. El problema va en crescendo, pareciera que a la par con el siglo 21, y frente a él dan la alerta personas expertas y reconocidas en el área de la medicina y la toxicología, aquellas que diariamente son testigos de los dramas y desórdenes personales, familiares y sociales que rodean este tipo de hábitos. De ahí que consideremos pertinente investigar y publicar informes periodísticos que ilustren sobre esta realidad, que den cuenta de lo que ocurre alrededor de aquellas conductas adictivas que empiezan a despuntar y de la manera como se están generando, para que no se incurra en ellas por desinformación, desconocimiento o simple ingenuidad.
En síntesis, no queremos que pase lo mismo que sucedió a finales de los años 70 y en los años 80 con el consumo de bazuco en Medellín, cuando este empezó a extenderse en forma común y silvestre y casi que socialmente aceptada, pues pocos, por no decir nadie, sabía y mucho menos advertía acerca de las consecuencias nefastas que el bazuco conllevaría. Sin darse cuenta, numerosos ciudadanos, muchísimos jóvenes llenos de vida y con un futuro promisorio, se convirtieron en una generación perdida y, de paso, en conejillos de laboratorio que después permitirían comprender a la sociedad en su justa dimensión lo que era capaz de hacer una droga como el bazuco.
En el abuso de analgésicos del grupo de los opoides están incurriendo hoy tanto jóvenes como adultos, muchos de ellos de estratos altos. Algunos se venden bajo prescripción médica, como la morfina, fentanilo, meperidina, hidromorfona, metadona, buprenorfina, y son utilizados para pacientes con dolores por cáncer, dolores crónicos o neuropáticos (cuyo origen no es preciso establecer). Otros se venden libremente en las farmacias, como el tramadol, la codeína, la oxicodona, la hidrocodona y el propoxifeno. Son recomendados para cualquier dolor odontológico, muscular, traumático, postquirúrgico, incluso erróneamente como relajantes musculares, sin advertir a quien lo usa del peligro del abuso y el tiempo limitado en que deben usarse. Estos últimos medicamentos son hoy los responsables del aumento del consumo en Medellín y en el mundo. Son despachados en cantidades sin control por algunas EPS o IPS, tal y como lo denuncia un prominente médico toxicólogo de la ciudad, práctica que estimula el crecimiento del mercado ilegal, pues hay pacientes que al recibir drogas como metadona para tres meses, empiezan a venderla en el mercado negro.
Es tiempo, pues, de estar alertas y aprovechar la información para no perpetuar infiernos ya vividos.