Alejandro García es vigilante hace tres años en el edificio Menta, en el barrio Los Balsos II. Antes trabajó en otras unidades en Envigado y recuerda que decidió dedicarse a este oficio desde que salió del Ejército, hace nueve años.
Tiene 35 años, reconoce en la vigilancia un oficio de mucha responsabilidad y compromiso, sabe que de su trabajo depende la tranquilidad de los habitantes de los 88 apartamentos de la unidad, y aunque entiende que su labor no necesita el esfuerzo físico de otros como la construcción, igual valora las 14 horas del día que destina a sus obligaciones: su turno es de doce horas, más los desplazamientos y la entrega de turno.
Vive en el barrio Boston y se moviliza en moto, algo que considera es una gran ventaja, pues, por más taco que le toque, en 30 minutos está en su casa.
De su trabajo valora que es tranquilo y bien remunerado, pero también es consciente de que tiene desventajas, como perder mucho de la vida social y no poder compartir en su casa más tiempo.