Al frente de la Liga Contra la Violencia Vial
La exjuez de la República, Berta Cárdenas Londoño, está al frente de la oficina que en Medellín se encarga de prestar apoyo a las víctimas de accidentes de tránsito y a sus familias
Oír la historia de Berta Cárdenas conmueve. Hace 12 años tuvo la mayor pena de su vida: su hijo menor, Jorge Alejandro Uribe Cárdenas, de 17 años, falleció en un accidente automovilístico, en Llanogrande.
Eran las 11 y 30 de la noche del 5 de junio del año 99 cuando Jorge Alejandro manejaba despacio, cauteloso como siempre, por el sector de El Tablacito, y se encontró de frente con dos jóvenes de 16 que apostaban carreras en dos carros. Cuando uno de ellos se le pasaba al otro, arrinconó al auto de Jorge Alejandro contra el barranco. Este murió de inmediato. Su amigo de toda la vida, Lucas Ferrer, quien lo acompañaba, expiró minutos después, tras suplicar que no lo dejaran morir.
“Fue muy doloroso y muy traumático. Le di gracias a Dios de que mi hijo hubiera muerto y no alcanzara a sufrir porque me cuentan que las piernas le quedaron como de trapo. La parte de adelante del carro lo aprisionó y para sacarlo tuvieron que romper el carro por detrás y sacar la silla”.
La historia nos la cuenta hoy con mucha serenidad y también mucho dolor la abogada Berta Cárdenas, quien desde hace pocos meses es la delegada en Medellín de la Liga Contra la Violencia Vial. Hace dos años supo de la existencia de esta institución en Bogotá, se acercó a ella para conocerla y ofrecer su ayuda, y desde hace tres meses es la representante en la ciudad de esta organización que nació en Francia, hoy está en 28 países y es nueva en Colombia.
“Conduzca con cuidado”
Jorge Alejandro no tenía más de nueve años cuando colgó en la pared de su cuarto un letrero que se encontró en la calle: “Conduzca con cuidado”. No hubo argumento materno alguno que lo hiciera desistir de tenerlo exhibido. “Jorge Alejandro, déjame bajar eso”, le insistía Berta. “Nunca me lo quiso dejar quitar de su habitación. No sé porqué, pero ese era su lema”, recuerda hoy.
Jorge Alejandro, estudiante de primer año de Derecho, era un ángel. “Era tierno, cocinaba, no tomaba licor, el más responsable y colaborador; si no había empleada él lavaba los platos y era el único de la casa al que los demás le soltaban los carros porque era muy cuidadoso. Siempre insistía en que había que manejar despacio, y que la vida había que aprovecharla. Me decía: mami, hay que vivir la vida porque la vida es muy cortica. Yo quiero disfrutarla cuando esté joven, porque no sé cuantos años voy a vivir”. Tenía razón.
Lección y don
A partir del accidente mortal de su hijo, muchas cosas cambiaron en la vida de Berta Cárdenas. “Mi lema es que las experiencias desafortunadas siempre tiene un lado positivo que uno tiene que aprovechar para beneficio propio y de la sociedad”, cuenta mientras nos enseña la foto de Jorge Alejandro abrazado con ella. “Aprendí que nada nos pertenece, ni los hijos, aprendí la lección del desapego.”
Y también se acercó a Dios de manera definitiva con este dolor, que en contraprestación posibilitó su fortaleza y su crecimiento espiritual. “Cambió mi percepción de la vida. Aprendí a compartir todo y no tengo inconveniente en desprenderme de las cosas y de mi tiempo cuando alguien necesita que yo lo escuche. Hay que compartir esas experiencias con otras personas porque siempre hay algo para aprender.”
Desde entonces, Berta tiene la inmensa cualidad de consolar a la gente y desde hace 10 años es voluntaria en la Clínica Cardiovascular, donde semanalmente va a darles fortaleza a quienes la necesiten. Ahora amplió su voluntariado a la Liga Contra la Violencia Vial, y con el apoyo del Municipio dirige una oficina en la Secretaría de Tránsito de Medellín para prestar ayuda jurídico y sicológico a las víctimas de accidentes y a sus familias. “Estamos conformando los grupos de apoyo y organizando la programación, de la mano con la líder de Educación Vial, Doris Muñoz”, informa Berta Cárdenas y agrega que muy pronto capacitarán a los guardas en el manejo del duelo en el lugar de los hechos. “Empecemos por la casa. Los guardas deben cuidar la cadena de custodia pero también deben entender que cuando ocurre un accidente, esa persona que se quiere tirar sobre el cadáver está dolida.”