Las cifras que da Unicef sobre el abuso sexual de menores en Colombia hablan por sí solas. Y cuando se habla de Colombia, se habla también de estas calles por las que pasamos a diario, en las que niñas (menores de 14 años) venden sus cuerpos a hombres sin escrúpulos por 4 ó 5 mil pesos y de hombres de los que puede uno cruzarse en un centro comercial y que en su vida diaria aparentan una conducta alejada de sus verdaderas perversiones.
La pedofilia
Es en pocas palabras la búsqueda del placer sexual por medio de las relaciones sexuales con niños. Hay matices técnicos en esto (si es con niños o con niñas, si busca el contacto sexual directo o solo exhibirse) pero para el caso es lo mismo. Se trata de abuso sexual que se ejecuta mediante la manipulación emocional como chantajes, engaños, amenazas, y solo en algunos casos, la violencia física.
En la mayoría de los casos el agresor es hombre. El perfil que dan los expertos los describe como menos agresivos que los violadores, muchos de ellos son alcohólicos o sicóticos de mente torpe o asociales, y su edad fluctúa entre los 30 y 40 años; generalmente son de fuertes convicciones religiosas, débiles, inmaduros, solitarios y llenos de culpa. Son plenamente conscientes de lo que hacen y por lo tanto responsables de sus actos. Desde el punto de vista moral el pedófilo no es un deficiente mental ni un delincuente al margen de las leyes de la vida social y familiar (puede ser un buen profesional o un buen padre de familia). Este tipo de personas se encuentran en todas las clases sociales.
Las actividades que se realizan en estas relaciones pueden ir desde el desnudo y la observación hasta casos más agresivos que implican la penetración vaginal o anal, la grabación de videos y la colección de trofeos (como ropa y accesorios del menor).
Muchas veces el agresor racionaliza los abusos diciendo que el niño (a) fue quien provocó dicha relación, o que este tipo de conductas tiene un gran valor educativo para el niño o que el niño también obtiene placer en ellas, etcétera. Basta ahondar un poco en el lenguaje coloquial masculino sobre la sexualidad y la larga lista de expresiones que hay sobre las niñas para entender de qué hablamos.
¿Por qué?
Poco se sabe de las causas, pero se dice que una de ellas es el aprendizaje de actitudes negativas hacia el sexo, como experiencias de abuso sexual durante la niñez, sentimientos de inseguridad y autoestima baja, con dificultad en relaciones personales, lo que facilita la relación adulto-niño.
En repetidas ocasiones, estas personas optan por este comportamiento porque tienen una gran dificultad para relacionarse con los adultos, o incluso temen relacionarse sexualmente con ellos ya que este tipo de relaciones les generan una gran ansiedad e inseguridad. En las relaciones con los niños son ellos quienes tienen el control y el poder. Recuerde, no se trata de deficientes mentales (los agresores), sino de delincuentes.
Abuso sexual y pedofilia
El médico chileno Pedro Barreda dice que según cálculos internacionales, una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños serán sexualmente agredidos antes de cumplir 16 años. En el 90% de las veces el abusador es un hombre y en más de un 80% de los casos será un conocido.
“Pensamos que es el momento de decirles a los papás que la pedofilia puede pasar en sus casas, que entiendan que el abuso sexual de menores, generalmente, viene de parte de personas cercanas; no se trata de crear pánico ni desconfianza irracional, solo hablar del tema, solo prevenir. Hay que educar a los niños, y eso pasa por el hogar en su primera instancia, luego por los profesores, por los médicos en sus controles periódicos con los niños y sus padres, por los periodistas, por que se hable del problema finalmente. No es alarmar, sino hacer que la gente abra los ojos y sepa que el tema existe”.
A pesar del remordimiento que puedan sentir los agresores sexuales, las estadísticas demuestran que suelen reincidir y repetir sus abusos, a no ser que intervenga alguien y los detenga. Prácticamente ninguno desistirá voluntariamente sino que necesitará una intervención judicial.
Los profesores y el médico le pueden ayudar a enseñarle a su hijo a evitar el abuso sexual. Ellos saben cómo lograrlo sin que el niño se sienta asustado o molesto. El médico está entrenado para detectar signos de abuso sexual. A él se le puede pedir consejo para proteger a sus hijos.
¿Son casos aislados?
Los abusos sexuales no son sucesos aislados. Generalmente ocurren a lo largo de mucho tiempo, meses o años. Además, al contrario de lo que se puede suponer, se producen en todas las clases sociales y son muchas las niñas y niños afectados. Los expertos aseguran que entre el 20 % y el 30% de las mujeres han sido abusadas sexualmente en su infancia o adolescencia y que el 15 % de niños también lo han sido. El abuso tiene muchas formas, sin embargo, el silencio y el secreto que rodea a estas experiencias, y que permite que se sigan repitiendo, hacen pensar que son casos raros. Por eso es tan importante hablar de la existencia de los abusos sexuales y reconocerlos como un problema social que hay que abordar.
A largo plazo sus efectos sobre las víctimas son devastadores y se manifiestas en problemas que les persiguen a lo largo de sus vidas; suelen necesitar un apoyo o terapia sicológica especializada para superarlos. Entre los efectos más comunes que sufren los menores víctimas de abuso sexual están: odio al propio cuerpo; desvalorización personal, autoestima baja; depresión, fobias, ansiedad y problemas sicosomáticos; problemas de relación con otras personas, social y sexualmente; miedo a la intimidad e incapacidad para poner límites y autoafirmarse; comportamientos auto agresivos, mutilándose con cortaduras, quemaduras o golpes y realizando intentos de suicidio; establecer muchas relaciones de abuso, incluso de maltrato; los varones victimizados tienden a ser abusadores y maltratadores, mientras que las mujeres victimizadas tienden a ser maltratadas y nuevamente abusadas.
Cómo ayudar a las víctimas Es muy difícil que un niño cuente que es víctima de abuso; los adultos deben actuar a la primera señal y creerle desde el principio. El niño jamás tiene la culpa de estos hechos ni ha provocado tal actuación de parte del agresor. Grupos de apoyo para los menores víctimas de abusos sexual dan esta guía de acción: Hacerle entender al niño que no tiene la culpa de lo que le ha ocurrido. El adulto es el responsable.
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Cómo saber si un niño ha sido abusado La mayoría de las víctimas no se lo cuentan a nadie porque piensan que no les van a creer. Explica el doctor Barreda que a veces desconocen incluso el vocabulario necesario para hablar sobre el tema y por lo tanto no pueden hacerlo adecuadamente. Aunque generalmente no lo expresan verbalmente, sí lo hacen mediante algunos cambios en su comportamiento:
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