En una era en la que los avances tecnológicos y la dinámica del mercado cambian a un ritmo sin precedentes, la capacidad de innovación no es sólo una ventaja competitiva, sino un imperativo de supervivencia. Bansi Nagji y Geoff Tuff en sus aportes sobre el tema hacen un análisis para las empresas que se hacen la pregunta por la innovación. Al equilibrar estratégicamente las innovaciones asociadas al core del negocio, las adyacentes y transformadoras, las organizaciones pueden lograr un crecimiento sostenido.
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La idea central de Nagji y Tuff es que no todas las innovaciones son iguales. Las innovaciones básicas se centran en perfeccionar los productos existentes para los clientes actuales, las innovaciones adyacentes exploran nuevos mercados o sectores y las innovaciones transformadoras abren nuevos caminos con soluciones para mercados que aún no existen. La asignación de recursos sugerida por Nagji y Tuff -un 70 % en innovaciones asociadas al core, un 20 % en adyacentes y un 10 % en transformativas- equilibra la búsqueda de estabilidad y crecimiento con el imperativo de innovar con audacia.
El panorama de la innovación en Antioquia es bastante diverso, con un potencial floreciente en sectores de servicio y la agroindustria hasta la manufactura con foco en el diseño. Sin embargo, el camino está lleno de retos, como la diversidad geográfica, los factores sociopolíticos y las disparidades económicas. A pesar de estos retos, Antioquia ha venido creciendo sus exportaciones en nichos de valor, con productos ricos en información.
Pensemos en Rappi, la empresa emergente colombiana que ha revolucionado los servicios de domicilios en toda América Latina. La historia de éxito de Rappi ejemplifica la innovación transformadora, creando un nuevo mercado y cambiando la forma en que los habitantes urbanos compran y consumen servicios. En el frente de la innovación adyacente, los productores antioqueños de café se han aventurado en la producción de cafés especiales, accediendo a los mercados mundiales con propuestas de valor únicas. Por su parte, los fabricantes de textiles de Medellín se han centrado en innovaciones básicas mediante la integración de prácticas sostenibles y diseño de vanguardia, mejorando así su atractivo en los mercados nacionales e internacionales.
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Para que las empresas antioqueñas prosperen en este panorama dinámico, no es negociable adoptar la transformación digital. La inversión en investigación y desarrollo, el fomento de una cultura de innovación y la búsqueda de iniciativas de colaboración con universidades y socios internacionales son pasos fundamentales. Y si bien, las empresas son quienes dinamizan la economía, los gobiernos también tendrán que hacer lo propio, crear un entorno propicio mediante incentivos fiscales a la I+D+I, subvenciones e incentivos a la creación de empresas y mejoras de las infraestructuras.
Una oportunidad inmensa de innovación y crecimiento para las empresas, es la cercanía y las alianzas que se puedan gestar con las universidades, donde se desarrollan actividades de investigación y desarrollo, así podría acortarse el camino hacia la innovación.
En un momento en el que Colombia se encuentra en la encrucijada entre tradición y modernidad, la gestión estratégica de la innovación, tal y como defienden Nagji y Tuff, ofrece un plan para el crecimiento sostenible y la competitividad internacional. Invita a empresas, gobiernos y entidades educativas a crear un ecosistema sinérgico que favorezca la innovación. La llamada a la acción es clara: abrazando la innovación disruptiva, Antioquia puede navegar por las complejidades del siglo XXI, fomentando una era de prosperidad y progreso que beneficie a todos.