Ella narra con cuidado cada una de sus experiencias. Vino a Medellín en 2013 y se quedó por seis años. Ama esta ciudad porque le ayudó a recuperar su fe y las ganas de cantar. Es Milagros. Vivir en El Poblado conversó con ella. Un encuentro en el que se reveló la mujer sensible, con sus búsquedas y retos.
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Comenzó muy joven cantando en los pueblos de España con un grupo de amigos de San Clemente, donde nació. Una travesía en la que estuvo acompañada por su padre, Francisco, a quien le decían Paco el corto, y que duró varios años. Terminado ese recorrido, tal vez mucho antes, sabía lo que quería hacer en la vida: cantar. En su familia de pastores, cuidadores de cabras, esto resultó bastante raro.
Ya en Madrid, conoció al maestro Pepe Foronda: “me ayudó a vencer los miedos y me enseñó técnica vocal. Con él aprendí el amor a la música, esa bendición que a uno le dan, que a veces uno no sabe si es un don o una maldición. Me enseñó a no dejar nunca de perseguir lo que yo era. Admiraba en mí la manera de expresar los sentimientos cantando. Y eso me lo supo potenciar. Él me decía, no piense en nada, dígamelo”.
Cuando uno escucha a Milagros, en una sala pequeña o en un gran escenario, es como si se estuviera reunido junto al fuego con un grupo de amigos. Para ella eso se llama “conexión”: “Yo me di cuenta que no había que buscar aceptación, y eso lo descubrí aquí en Colombia, había que buscar la conexión. Me resulta fácil conectar con las personas porque hablo el mismo idioma. Nos importa lo mismo, las emociones universales”.
Milagros, esta mujer menuda que se crece en el escenario, dice que “primero que todo soy una intérprete. A mí me gusta hablar las canciones, porque cuando tú hablas las canciones conectas mucho más con el público y con una misma y si conectas contigo conectas con los demás”.
Confiesa que ha vivido todo lo que canta. Y se pregunta: ¿Nadie ha tenido un desamor? ¿Un momento de dolor? “Yo escribo con la riqueza de todos los demás, escribo sobre lo que realmente le importa al ser humano, el amor, el desamor, el dolor, la alegría, la felicidad, la amistad. ¿Qué une al ser humano en todas partes? La emoción”.
Milagros escribe para cantar lo que a ella le gustaría escuchar. “Escribo para poder llegar a las personas en un acto de conexión. Soy intérprete. No hace falta que yo escriba, yo canto muchas canciones que no he escrito y que las he hecho mías. Para mí la fuerza de la conexión con el público está en la interpretación, en lo que te decía, me gusta hablar las canciones, porque cuando las hablas, ahí está el fueguito del que hablabas, los que están alrededor entran en tu misma sintonía”.
Una ciudad que la acogió
Milagros llegó a Medellín como productora de una serie de conferencias sobre tecnologías emergentes y estaba en una crisis como artista, además, recién había muerto su padre, a quien amaba y ama profundamente. Había tocado fondo. Sin embargo, en esta ciudad la vida la puso cerca de personas maravillosas que le ayudaron a recuperar la fe en su ser como cantante y compositora. Allí estuvieron la pianista Teresita Gómez, el bandoneonista Marco Blandón, el director de orquesta Julio César Sierra, el gestor Germán Carvajal, quien la invitó a cantar en el Teatrico; el médico Albeiro Morales y su esposa Piedad Montoya, nuevos amigos que le permitieron volver a creer en ella.
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En su renacer estrenó un nuevo disco, Pasión, que fue presentado en varios escenarios, no solo de Medellín, y que realizó con músicos de esta ciudad y con el productor bogotano Ricardo Prado. Fue tal su encantamiento que aquí permaneció entre 2013 y 2019, recorriendo sus calles, asistiendo a reuniones en las que había guitarra y canción y recogiendo el sonido de nuestras músicas, la cumbia, el pasillo, el bambuco, el porro. También se acercó a la salsa y al tango. “Yo amo a Medellín. Cuando llegué a esta ciudad, no sé explicarlo, porque eso no se puede explicar, es como si uno llegara a su segunda tierra. Yo me bajé del avión y yo estaba feliz (…). En ese desdoblamiento y sin quererlo, vosotros me hicisteis volver a mi verdad, vosotros me devolvisteis mi verdad, mi propósito, mi fe”.
Un nuevo disco
Al regresar a España, llegó con la idea de componer un nuevo álbum. Tal vez el silencio de la pandemia fue propicio y entre 2020 y 2021 se dedicó a escribir las letras de Hecha de pedazos, como tituló este nuevo disco. Las letras de las doce canciones fueron escritas por Milagros y para tres de ellas compuso la música. El guitarrista argentino Mario Juárez compuso la música de los otros temas y la producción es del compositor y director Lucas Vidal. Un gran equipo para un disco que se constituye en su primer trabajo sinfónico y que tiene dos versiones, sinfónica y popular. Se grabó con la Orquesta Sinfónica de Extremadura, que tiene como segundo director al antioqueño Juan Pablo Valencia.
Hecha de pedazos es un disco de canciones con letras sencillas, que reflejan emociones honestas y profundas, dice Milagros, para quien la música resulta ser la más directa de todas las artes, porque logra conectar personas de culturas muy distintas, y hacerlas vibrar en una misma frecuencia. “La música y la forma de interpretarla o de decir las palabras en el idioma que sea, te llega, te hace vibrar, te hace resonar”.
Milagros aún no sabe por qué resuena con la música suramericana. “Me gustan muchísimas músicas, pero donde vibro yo es con la música de este lado”. Desde pequeña se identificó con la música cubana, la brasileña, la colombiana. De cuatro años cantaba cumbias. Y, de hecho, la mayoría de sus músicos en España han sido latinoamericanos, de Argentina, de Uruguay, de Brasil, de Colombia, de Perú. “Me he ido enriqueciendo, la mezcla hace la riqueza. Hay un hilo conductor en lo que yo hago, que es mi manera de interpretar, a ti te tiene que llegar lo mismo un bolero que yo te cante, que un tango o que un vals mexicano. Yo me apoyo mucho en la herencia suramericana porque vibro con ella, desde siempre”.
Este disco se presentará el próximo 27 de octubre, a las 8:00 de la noche, en el Teatro Pablo Tobón Uribe. Milagros estará con la Orquesta Iberacademy, que dirigirá Julio César Sierra, quien hizo algunos de los arreglos. En el escenario también estarán los músicos que la acompañaron en su primer concierto en Medellín. Se escucharán distintos géneros, tango, baladas, boleros, valses mexicano y chacareras, entre otros.
Cuando Milagros se para en un escenario siente una emoción inmensa, una gratitud, una conexión con la tierra y con el público. Ahora tiene todo listo para volver a conectar con Medellín, esa ciudad que tanto ama y que supo abrazarla cuando se presentó aquí por primera vez.
Hecha de pedazos
“No quise volver a Medellín hasta no tener este disco, porque me parecía una falta de respeto volver sin traeros nada… Y cuando lo tuve, dije, ahora ya voy a mi segunda tierra, ahora sí voy a devolverles todo lo que ellos me dieron a mí. Cada canción de Hecha de pedazos fue pensada y sentida con vosotros en mí. Fue así”.
“Soy intérprete por encima de todo (…). Me considero una gran intérprete, y no porque lo diga yo, sino porque el público me lo manifiesta cuando yo canto y ellos lloran o ríen, porque estamos en la misma sintonía, es esa conexión”.
¿Qué quiero yo darles? Lo que me han dado siempre a mí, quiero darles ese momento, ese paseo por las emociones y esa conexión de los unos con los otros. Quiero devolverles ese amor que me dieron a mí, una puerta para volver a recuperar mi fe. Es una relación egoísta, yo vengo aquí porque yo gano, incluso, mucho más que vosotros. Gano mucho más porque yo me lleno muchísimo, es una relación egoísta, lo tengo que admitir”.