Por Saúl Álvarez Lara
La elaboración de un tatuaje puede tomar varias sesiones de cinco o seis horas cada una. “Depende”, me dice una mujer que se hizo su primer tatuaje en la espalda hace diez años. Ahora tiene en los brazos, la espalda y parte del cuello, y mira una revista mientras el artista trabaja en una elaborada combinación de flores, hojas y figuras que suben por su pierna hasta el muslo. “Mañana terminaremos”, asegura y mira su pierna de reojo. ¿Te vas a tatuar todo el cuerpo?, le pregunto. “Eso espero, pero hay que ir con calma”. Sobre todo por los cuidados que requiere el tatuaje los días siguientes a su realización. Una vez terminado se recubre con un plástico para evitar lesiones, cada cuatro horas se debe lavar con agua y jabón; es aconsejable evitar piscinas, exponerse al sol, frotarse o rascarse… y tener paciencia.
“Arte que camina”, así define su trabajo uno de los artistas que asistió a Expotatuaje. El Pabellón Rojo de Plaza Mayor fue durante tres días una sala de exposición en evolución. En los pasillos, en los estudios de artista, no los llamemos “stands”, era posible ver tatuadores en pleno trabajo, y tatuados que, con la paciencia de quien sabe que el resultado será un valor agregado, miran el vacío, conversan o sienten, con los ojos cerrados, la sensación de rasquiña, de picadura, no me atrevo a decir de dolor, que la aguja impregnada de color deja indeleble en la piel.
A pesar de que todos los tatuajes se calcan sobre la piel con tinta azul que desaparece a medida que avanza el diseño, la habilidad en dibujo es indispensable. “Tatuar y tatuar y tatuar” es lo que se necesita para adquirir la maestría en el oficio, me dice un tatuador. Sin embargo, presiento que al elegir el artista la confianza se instala entre tatuador y tatuado, y el trabajo fluye, no podría ser de otra manera.
La tecnología y el significado de los tatuajes ha evolucionado desde el siglo dieciocho cuando el inglés James Cook introdujo la palabra “Tattoo” en occidente, derivada de “Ta-tau”, que en polinesio significa “Marca sobre la piel”, pero desde el año 1870, cuando se inauguró el primer estudio de tatuajes de Nueva York, la aplicación de dibujos sobre la piel se occidentalizó. Una buena muestra de tatuaje contemporáneo es el Quinto Expotatuaje en Medellín. Asistieron artistas de Bolivia, México, Venezuela, Argentina, Canadá, Estados Unidos y de varias ciudades de Colombia con propuestas de tatuajes que se acercan a lo urbano, al estilo de vida; a los símbolos que transitan entre la mitología, la naturaleza, la muerte y la vida. El tatuaje es un arte con la posibilidad de poner a flor de piel el interior de quienes lo portan. Es un arte íntimo que se muestra sin timidez.