Unas escaleras te invitan a descender. Un giro breve a la derecha te lleva a un salón con una mesa larga, luz cálida y en medio de paredes coloridas. Al fondo, en una de ellas están fijadas las fotografías de Santiago Mesa que muestran en blanco y negro, lugares de Medellín donde la gente es como se ve: no hay poses.
Antes de comenzar con la presentación de los platos, Pedro Fernández saluda y da la bienvenida. Explica que en esta mesa larga se pueden sentar personas que no se hayan visto antes, si quieren. O también pueden llegar en grupo. En medio de los discursos de la productividad que invitan a la gente a no detenerse.
En medio de la avalanchas de videos – fotos – noticias que se ven a diario, la mesa se convierte en un lugar para disfrutar. Para mirar las personas, conversar, ser honesto ante lo que producen los sabores, las palabras, las preocupaciones. O el amor. Ese espacio que sirve para conversar y que para algunos de antes y ahora ha tenido un lugar sagrado, es el que quiere honrar aquí Pedro Fernández.
A esto se suma el deseo de celebrar la cocina colombiana, esa que emociona a muchos y que a veces se escapa de la oferta local. “Me encantan los sabores criollos”, dice. Y minutos después, a la mesa llegan empanadas, carimañolas, algunos pandebonos, mermeladas de fruta, tamales con una masa de color amarillo que recuerdan al sol.
Para los locales. Y para la cultura
Uno de los propósitos de este lugar, cuenta Pedro Fernández, es ofrecer opciones gastronómicas saludables y deliciosas a buen precio. Y menciona esto por las situaciones que fenómenos como la “gentrificación” han causado en ciudades como Medellín. Este menú está diseñado para gente que viva en esta ciudad y alrededores, también para turistas que busquen los sabores locales.
Sobre las combinaciones de ingredientes, menciona su interés en que haya opciones que incluyan a personas con algunas condiciones específicas, como es el caso de las personas intolerantes al glúten. Para lograrlo, le ha ayudado su cercanía a Pilar Restrepo, médica funcional a la que ha acompañado en varias iniciativas.
Finalmente, Pedro Fernández cuenta que aquí habrá tertulias de libros, conversaciones y presentaciones con músicos locales. “Nos interesa que este también sea un lugar para la cultura”. Al final de esta experiencia dos palabran vienen a la mente: refugio, alegría.