Deseo compartir con ustedes la siguiente reflexión a propósito del Foro Urbano. Los colombianos estamos adoptando un modelo de ciudades en contravía de lo que entendemos por calidad de vida. Los europeos tienen un modelo de vida basado en pequeñas ciudades, con barrios llenos de pequeños negocios familiares, que permiten a sus habitantes caminar por sus calles, interactuar con los vecinos y adquirir los productos básicos, autóctonos y orgánicos, que a su vez son el sustento de muchas familias.
Todo ello permite tener una vida más pausada, más saludable, con más tiempo libre para compartir con la familia y para el ocio, en otras palabras, permite no pasarse la vida trabajando para comprar lo último que aparece en las vitrinas, así no haya tiempo ni con quien compartirlo, porque todos están ocupados ganando más dinero para disfrutarlo un día que a lo mejor no llegará o con alguien que a lo mejor ya no estará. Estados Unidos basa su modelo de vida en grandes ciudades y suburbios, donde vive la gente que por las distancias y la falta de tiempo, no se conoce con sus vecinos. Su esparcimiento se da en grandes centros comerciales abarrotados de turistas y americanos, que gastan desaforadamente su dinero en productos elaborados en serie por máquinas, cuando no fabricado por los chinos.
Vivo en Medellín, específicamente en El Poblado, en donde la proliferación de edificios y centros comerciales han terminado por desplazar a los pequeños negocios. Por esta razón, solamente nos encontramos en los mismos centros comerciales que se han encargado de llevar a la bancarrota a los artesanos y empresas familiares. Compramos importados de mala calidad, incluyendo los materiales con que construyen nuestras frágiles viviendas. El tráfico no nos permite caminar con tranquilidad en nuestro barrio, y ni qué decir de la inseguridad generada por aquellos que perdieron sus empleos, cuando tomamos la decisión de comprar en los grandes centros comerciales.
Me pregunto si vivir de ese modo, en barrios que solo dan estatus, y que muchas veces montan a la gente en un tren de vida que los obliga a toda costa a mantenerlo, es el modelo adecuado para nuestras ciudades y para lo que debemos entender por calidad de vida.
No dejemos acabar lo que tienen hoy las otras comunas de Medellín, muy parecido al modelo europeo. No creo que seamos una sociedad más sana y feliz si cambiamos las casas amplias por apartamentos reducidos, los pequeños negocios con productos naturales por grandes supermercados llenos de productos con preservativos y la posibilidad de desplazarse caminando por vivir en medio del tráfico.
Álvaro Murcia