“Hace unos meses hubo un escándalo en Inglaterra porque se encontró entre 25 % y 30 % de carne de caballo en la mayoría de las hamburguesas que se venden en el mercado. No hay ningún problema con que sea carne de caballo, el problema es que no sabemos qué hay en nuestra comida, nos desconectamos del proceso y no sabemos de dónde viene ni cómo”.
Cinco años como asesora en temas de comida en la administración del alcalde de Londres, Boris Johnson, le dan a la periodista Rosie Boycott un amplio soporte de información para exponer su caso a favor de un sistema de alimentación más saludable y sostenible para su ciudad. Invitada a Cartagena por el Hay Festival, y de allí a Medellín por el Parque Explora para el Hay Verde, la británica ofreció al público en su charla, y en entrevista a Vivir en El Poblado, un panorama de la situación y las medidas pioneras o replicadas de otros lugares que se han implementado en la capital de Inglaterra.
Rosie investiga y plantea un panorama
• A Londres, ciudad de proporciones poblacionales similares a Bogotá, llegan entre 24 y 30 millones de comidas (desayuno, almuerzo y comida) cada día, con una logística inimaginable de procesamiento, empacado, transporte, cocción, desperdicio y venta.
• Las imágenes de animales felices pastando en amplias praderas que se muestran en los empaques de comida, poco se acercan a la realidad. La industria de alimentación tiene fábricas más grandes que casi cualquier otro producto hecho por el hombre.
• 90 millones de hectáreas de bosque pluvial están siendo destruidas para cultivos de soya que alimentarán los animales de dicha industria.
• Se necesitan diez calorías de combustible para producir una sola caloría de comida.
• El mundo bota un tercio de su comida, sea en el lugar producido o en los platos o neveras de los consumidores.
• Hay aproximadamente mil millones de personas obesas y otras mil millones famélicas.
• Desde 1961 la población mundial se duplicó: pasó de tres mil millones a siete mil millones de personas y en este periodo el consumo de carne anual se cuadruplicó, pasando de 70 millones de toneladas a poco menos de 300 millones de toneladas.
• La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura indica que la producción de carne debe aumentar un 60 por ciento para alcanzar en 2050 las necesidades de alimentación de la nueva población.
• Se deben producir 11 kg de granos para producir un 1kg de carne de res, 7 kg para uno de cerdo y 4 para uno de aves, perdiendo la mayor parte de la energía de esta comida al pasarla por un animal en lugar de consumirla directamente.
• No ha existido en la historia de la humanidad una generación tan obesa como la actual. Estas nuevas generaciones se morirán antes de tiempo por enfermedades prevenibles y relacionadas con la obesidad.
¿Cómo llegamos aquí?
“Empezó con la revolución industrial”, explica Rosie. Durante ese periodo cambió la forma cómo transportábamos a grandes distancias y rápidas velocidades. “El sistema se volvió invisible, dejamos de estar conectados con los productores directos y empezamos a tener una necesidad de supermercados más grandes y amplias bodegas”. Más recientemente se desarrolló la forma de conservación con empaques y químicos, y entonces llegó el siglo 20 con el principio del consumo excesivo. Según la periodista, el reto de la industria alimenticia y el de otras fue buscar que sus clientes consumieran más, aun cuando no tuvieran hambre. Para tal fin, se emplearon dos estrategias: la primera era afinar las adiciones de sustancias adictivas como la sal y el azúcar que disparan en el ser humano, por medio de las papilas gustativas, un deseo por comer más. “Cuando te comes un paquete de papitas, así no tengas hambre, no puedes parar. Y si regresas a la forma natural de comer, te das cuenta de que en la naturaleza el azúcar no es común, ni sucede que nuestras papilas gustativas se enloquezcan con el sabor dulce de la naturaleza”, dice Rosie. La segunda estrategia: lograr que se comiera más de tres veces al día y en cualquier actividad. “Rara vez no estás comiendo. Te venden comida para el cine, para el carro, para comer frente al televisor”, agrega la periodista y asegura que el resultado final es que estas empresas de comida se han convertido en inmensamente ricas y poderosas.
Solo cinco compañías tienen el control del 90 por ciento del mercado mundial de granos, el mercado mundial de té está en manos de tres empresas, el 81 por ciento de la producción de carne americana pertenece a cuatro empresas, y las Naciones Unidas reportaba a principio de siglo que los ingresos de Walmart, el jugador más grande entre los supermercados, superaban el producto interno bruto de tres cuartos de las economías mundiales. “Básicamente estas empresas hacen lo que quieren”, lamenta Rosie Boycott, “pueden arruinar nuestro planeta, nuestra salud y nuestros animales”.
Rosie al ring
El gran reto son las grandes compañías, dice Rosie, pero desde la voluntad política hay opciones. “Me gasté una buena parte de dineros públicos haciendo 2.012 huertas comunitarias y escolares para 2012, nuestro año olímpico. Ellas han modificado la forma de alimentarnos y además, tiendes a no desperdiciar lo que tú mismo has cultivado. Con ellas hemos retomado espacios que los ciudadanos no querían visitar por la presencia de pandillas y se han integrado mejor las comunidades de inmigrantes”. Sus estrategias también incluyen clases de culinaria ya que hay generaciones completas que no saben cocinar, lo que produce generaciones de niños mal alimentados, y la adecuación de bancos de comida surtidos por el desperdicio absurdo de las empresas (para algunas es más eficiente en costos producir más unidades de las que pueden vender; muchos supermercados les exigen a sus proveedores tener comida disponible que en ocasiones no les solicitan y esta se pierde; todo lo que esté mal empacado o mal registrado por su gramaje ya no puede ser vendido). Su próximo proyecto será cambiar completamente la logística y el sistema de alimentación en dos boroughs de Londres (divisiones administrativas de los suburbios), empezando por los supermercados y los colegios, para “ver si podemos reversar el increíblemente negligente resultado final del sistema de alimentación, y haremos todo lo que se nos ocurra, todo lo que podamos. Si Coca Cola envía un representante a cada supermercado para asegurar el lugar idóneo de sus gaseosas en las estanterías, nosotros haremos lo mismo con las frutas y las verduras”.