Con título de arquitecto y algunos años de ejercicio profesional en ese campo, Pablo Gómez Uribe se matriculó en el programa de Artes Visuales de la Universidad Nacional en Medellín. Allí empezó ese recorrido de construcciones artísticas que lo llevarían a Nueva York, ciudad donde está radicado, y uno de los ejes de su más reciente exposición: Acá, Allá, exhibida en la Sala de Arte Suramericana, con curaduría de Alberto Sierra.
Alberto conoció a Pablo por su trabajo de grado en la Universidad Nacional y pronto trabajaron juntos para presentar la exposición de Pablo titulada “Todos somos mágicos”, en la Galería de la Oficina, una exhibición de obras que pensaba los cambios estéticos de la ciudad a causa del narcotráfico y sus efectos sociales de finales de los años 80.
Las transformaciones urbanas por factores sociales y políticos se mantuvieron en la mente del artista en su migración a Nueva York al postularse para una maestría en artes, en la escuela de diseño Parsons. Recorrer las calles de Nueva York, ver fachadas agrietadas, estructuras destruidas y enfrentarse a las dificultades urbanas con las que se encuentra el transeúnte, fueron el sistema de cartografía para un territorio mental que nació como híbrido de la memorias de Medellín y la realidad de Nueva York.
La destrucción, la paradoja del uso de herramientas de construcción para destruir, objetos de medición de resistencia creados específicamente para ser destruidos, los incendios como medio para habilitar espacios con usos limitados, y hasta la creación real de una empresa de demoliciones, El Gordon Demolition, fueron la narrativa, el punto de partida y la inspiración para la obra. Esta, a través de la representación, muestra cómo fuerzas violentas, literales y metafóricas, transforman, construyen y destruyen los espacios que recorremos día a día, siempre con diferentes testigos: el artista, el transeúnte y el espectador.