Las empresas, como dinamizadoras principales de la economía en Colombia, deben empezar a adaptar sus actividades y empleos para que podamos girar hacia una economía sostenible.
Hoy hablaré de otros miembros fundamentales de las redes que conforman la sociedad: las empresas.
En Antioquia, donde los gobiernos de turno no siempre han sido loables, las empresas han jugado un papel fundamental en el fortalecimiento de una sociedad minada por el narcotráfico, la violencia, la intolerancia. Se mantuvieron firmes y dispuestas a trabajar por la región en momentos en los que nadie daba un peso por Medellín o el departamento.
También han generado empleos y, hoy -igual o más que antes-, las necesitamos otra vez firmes y dispuestas a trabajar por el bienestar social. Pero, ojo, no a cualquier precio. No es el momento de pasar por encima de la naturaleza con el objetivo de “restaurar” el tejido social; el fin no justifica los medios, y menos en estos tiempos.
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Es una realidad que la pandemia es el resultado de nuestra mala relación con la naturaleza: la deforestación, el cambio climático y el tráfico de fauna silvestre aumentan la probabilidad de la aparición de enfermedades zoonóticas (que pasan de animales a humanos), incluida la COVID-19. Además, la pérdida de biodiversidad está afectando el bienestar social, ya que altera los beneficios que obtenemos de los ecosistemas. Cada vez hay menos agua disponible, menos tierras fértiles para cultivar, más culturas que se pierden con la desaparición de su entorno natural… Y menos resiliencia al cambio climático, nuestro mayor reto como humanidad. Este refuerza negativamente las anteriores problemáticas, así como la pobreza, el hambre, las migraciones humanas involuntarias.
Se estima que hoy existen alrededor de 25 millones de “migrantes climáticos” en el mundo, y el Banco Mundial predice que en 2050 serán 143 millones. Las consecuencias sociales de estas migraciones serán devastadoras y harán ver la pandemia del SARS-CoV-2 como una poma.
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Por eso, las empresas, que son unas de las principales dinamizadoras de la economía en Colombia, deben empezar a adaptar sus actividades y empleos, con el fin de que, como país y como región, podamos girar hacia una economía sostenible. De lo contrario, habremos perdido la ventana de oportunidad y, el bienestar social que construyamos hoy se verá revertido en las próximas décadas. No solo lo digo yo. Lo dicen el IPCC, la ONU y más de 11.000 científicos de todo el mundo (ver la revista Bioscience de enero 2020).
Empresas de Antioquia (del mundo), es hora de trabajar por la sociedad y por la naturaleza. La primera no puede existir sin la segunda. Es un axioma.