Historia de las guacamayas del proyecto Atenas
Con final feliz
Sanas y salvas se fueron del nido la pareja de guacamayas y los dos polluelos que lograron algo inaudito: aplazar un proyecto constructivo
Nunca antes en la historia de El Poblado había sucedido que, por salvar la vida de una familia animal, un proyecto constructivo se parara, literalmente. Y esto fue lo que sucedió el 1 de abril de 2013 con la unidad residencial Atenas, en la loma de Los Parra.
El insólito hecho, del que informó Vivir en El Poblado en la edición 520 del pasado 25 de abril (2013), ocurrió cuando una estable pareja de guacamayas bandera ara macao, de esas que cada vez se ven menos en El Poblado, escogió como nido para poner los huevos, empollarlos y criar dos polluelos, una palma real, seca y hueca, ubicada en el terreno de la obra próxima a iniciarse. Pero solo ellas lo sabían, y el hecho, la verdad, sería irrelevante de no ser porque justo esa palma iba a talarse, con permiso del Área Metropolitana, para poder construir la nueva urbanización.
El cronograma se cumplía, pues, a cabalidad, cuando vecinos y trabajadores del proyecto empezaron a notar un comportamiento extraño en la pareja de guacamayas: parecían cuidar un tesoro dentro de la palmera No. 7, próxima a caer; poco se ausentaban y se habían alejado de la bandada. Fue entonces cuando estas personas llamaron la atención de la autoridad ambiental y de la empresa Vértice, constructora del proyecto Atenas. Para protegerlas, esta contrató personal especializado –la zootecnista Diana David y auxiliares de campo–, quienes instalaron con cuidado un andamio y pudieron descubrir los dos polluelos de tres meses de nacidos, a una profundidad de dos metros.
En ese momento, y ya con un requerimiento del Área Metropolitana, se decidió aplazar la construcción hasta que los polluelos crecieran, aprendieran a volar y abandonaran el nido con sus padres, libres de peligro. “Este es un ejemplo de responsabilidad ambiental, que debe ser imitado por otras empresas en un área como El Poblado, donde cada vez se ven menos guacamayas como estas”, dijo en nuestra edición 520 la zootecnista Diana David.
Y pasaron los días y las semanas. La vida en el proyecto, quién creyera, giraba alrededor de los polluelos. Así pudo registrarse con alborozo su primer asomo de sus cabezas a la entrada del nido el 1 de mayo a las 14:30 horas, sus primeros graznidos, el vuelo que el 14 de mayo emprendió la familia en pleno y la visita fugaz a la entrada del nido tres días después, paro luego marcharse definitivamente.
Fue entonces cuando con una hoja de zinc, asegurada con alambre, se clausuró el nido y la construcción del proyecto continuó su curso normal. Ahora la vieja palma real podrá talarse para dar continuidad a una vía obligada (la carrera 36) que pasará por el costado occidental de Atenas.
El esfuerzo valió la pena.