En el marco de la jornada Mayo por la Vida, que pretende sensibilizar a la comunidad sobre la memoria y reparación de las víctimas del conflicto armado, “el bus de la Noviolencia” realizó un recorrido por distintos lugares de la ciudad que fueron epicentro de actos violentos. La ruta llegó al Parque Lleras, donde sus pasajeros fueron recibidos por residentes y comerciantes de El Poblado. Allí se compartieron testimonios de despojo y violencia de la que han sido víctimas cerca de 5.645.911 personas que, según el Estado, han padecido en carne propia el conflicto.
La Ruta de la Memoria
Durante la semana del 20 al 24 de mayo se llevaron a cabo las rutas de la memoria. El bus de la Noviolencia recorrió, junto a víctimas y ciudadanos, lugares de Medellín que hoy son símbolo del conflicto armado. Una de las rutas llegó hasta el Parque Lleras, donde se realizó un actividad para recordar a las víctimas
Diez pilares están cubiertos con tiras de papel donde cada visitante del Museo de la Memoria escribe el significado de libertad. Estos son leídos posteriormente por víctimas del conflicto que, quizás, encontrarán en ellos un mensaje de alivio. Mientras tanto en la sala se escucha como un rumor las voces de madres que perdieron sus hijos y hoy trabajan por el no olvido y la memoria.
El bus de la Noviolencia, que rueda por cuatro puntos cardinales de la ciudad, es el resultado de un trabajo de 11 personas afectadas por el conflicto armado. El bus contiene obras artísticas que representan la memoria de las víctimas. Ocho mujeres y tres hombres reconstruyeron sus experiencias de sufrimiento y dan testimonio de su lucha.
“Cada uno de estos muñecos representa una víctima. Sus seres queridos vienen aquí y les pintan la ropa como la recuerdan y escriben su nombre sobre ellos. Es una forma de no olvidar y tenerlos presente siempre”, expresa Maribel Campuzano, una madre que ha sufrido en carne propia y hoy sirve de gestora de la memoria en el bus de la Noviolencia.
Danilo Duque es el conductor del bus. Lleva puesta una chaqueta con la cartografía de Medellín, en la que se lee “Tan cerca y tan lejos”, en memoria de las personas que han muerto en las distintas calles de la ciudad por causa de la violencia.
Fotografías de desplazamientos forzados como los de San Carlos y la Comuna 13 se exhiben dentro del bus. Además tres esferas que llevan mensajes y objetos, como fotografías, hojas, casetes, entre otras cosas, que representan el despojo de las víctimas del conflicto. “En una de ellas hay un machete con que una de las víctimas cortó la montaña para construir su casa. Estos objetos son símbolos del desarraigo”, dice María Cárdenas, víctima y gestora de memoria.
La Ruta de la Memoria recorre varios lugares que fueron epicentro de actos de violencia. Uno de ellos es el Parque del Periodista, donde una escultura del artista Edgar Gamboa conmemora la masacre de Villatina, ocurrida el 15 de noviembre de 1992. Allí perdieron la vida nueve personas. El Estado fue condenado por este hecho, por la participación de un comando de policías vestidos de civil adscritos al F-2. El otro lugar es el Parque San Antonio, donde el 10 de junio de 1995, detonó una bomba en el Pájaro de Botero, dejando 23 personas asesinadas.
Yolanda Perea, de 29 años, ha sido desplazada dos veces. La primera de ellas en 1997, en el municipio Riosucio, Chocó, donde fue asesinada su madre. Luego fue en Urabá, por lo que desde hace dos años vive en Medellín. Ella, con valentía, narra su historia a los pasajeros del bus. En la llegada al Parque Lleras, realizó un performance con maletas llenas de abono que simboliza el destierro del que fue víctima.