Los tiempos difíciles son momentos que ningún sector de la población quiere atravesar. Las crisis, aunque algunos las conviertan en oportunidades, no son agradables y su manejo debe ser el mejor para salir fortalecidos de ellas.
El mundo se prepara actualmente para una “nueva normalidad”, ante la expectativa general por no saber cómo y qué se debe esperar. En estos tiempos, el liderazgo es fundamental para que las empresas puedan mantenerse operativas y, sobre todo, productivas y rentables.
El líder de una empresa debe ejercer, en este tiempo complicado, su rol más que antes. No se trata de imponerse ni de tener mano dura para generar temor. Todo lo contrario, sus acciones deben ser firmes en función de mantener a flote toda la compañía, minimizando el riesgo de perder empleos, recortes drásticos en la producción o cualquier otra acción que ponga en riesgo la funcionalidad de la empresa.
Al abrir operaciones luego de una crisis, como la del coronavirus, por ejemplo, deben trazar unas metas en las que todos quienes conforman la compañía se involucren. Pueden dictarse unas directrices como punto de partida, pero lo ideal es que en la toma de decisiones todos los trabajadores sean tomados en cuenta. Esto afianzará el compromiso por la nueva etapa, incrementará la confianza y potenciará la producción.
Si es necesario, para vivir esta nueva etapa hasta que las operaciones se sitúen en niveles iguales o, por lo menos, similares a los que se tenían antes de la crisis, deben plantearse nuevos planes que permitan la consecución de objetivos de la manera más efectiva.
Si por una causa u otra ya no se cuenta con la misma cantidad de personal, o no se puede iniciar con la producción a los niveles que se dejó, entonces hay que hacer nuevos planes para que, paulatinamente se vaya recuperando la normalidad.
Dentro de esto entra el manejo de recursos como una manera de optimizar los tiempos y procesos que se están destinados a seguir. La planificación es la mejor forma de enfrentar los obstáculos para mantener las operaciones.
Sin embargo, guiar en esta “nueva normalidad” no es tarea fácil: se requieren competencias específicas, además de las cualidades ya conocidas. Las compañías deben considerar un modelo de liderazgo nuevo, que sea acorde y responda a las exigencias que plantea esta coyuntura que es inédita para todos.
Así que ahora los líderes empresariales tienen una triple responsabilidad en estos tiempos que se avecinan. O, mejor dicho, que están a la vuelta de la esquina. Uno, deben ser verdaderos expertos en sus áreas de competencia para mantenerse como referentes para sus equipos. Dos, procurar resultados concretos, pues ya no basta administrar el negocio. Tres, ser catalizadores de los cambios que permitan a las compañías mejorar de cara al futuro.
Han de ser los líderes de la “nueva normalidad”…
Por: David Somoza Mosquera