¿Cómo enfrentar la parálisis del sector textil? ¡Vendiendo tapabocas! ¿Y cómo vender tapabocas si hay sobreoferta? Juan David Acevedo la tuvo clara y hoy está retomando operaciones y hasta despachó 200 unidades a Perú.
Su fórmula, los tapabocas-pañoleta, “modernos, versátiles, asequibles”, dice Acevedo, propietario de la marca de blusas Krissa, como todos, atrapado por sorpresa por la pandemia del COVID-19, con un inventario de unas tres mil unidades atrancadas en bodega, pero hoy saliendo adelante gracias a un ejercicio de ingenio y de saber leer el mercado.
“Desde marzo los clientes dejaron de hacer pagos y pedidos y empecé a buscar alternativas para generar ingresos porque el flujo de caja bajó dramáticamente. Hice una encuesta por redes sociales con 100 personas y encontré la solución. Hoy estamos vendiendo unas 2.000 unidades al mes y esto ha permitido que volvamos a ocupar unos 18 talleres de confección”, dice quien ha hecho camino como vendedor, mensajero y ayudante de construcción y se graduó en administración tecnológica en el ITM.
Krissa, con cinco años de trayectoria y fabricante y distribuidor a nivel nacional, venía generando empleo para unas 45 personas en su mayoría madres cabeza de hogar, mediante maquila y tercerización.
De telas para las blusas sale la materia prima para los tapabocas-pañoleta, que cumplen con los lineamientos de protección, son de chalis liviano y antifluido, reutilizables, de rápido secado y combinan con las prendas de vestir.
“Conseguimos los permisos y nos dedicamos a producir. No hemos recuperado las ventas al 100 % por todas las restricciones que presenta la cuarentena, pero vemos que se va retomando una normalidad”, dice Acevedo en medio del alivio, desde su bodega en Cúcuta con Pichincha.
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