Navidad, carros, valorización
Esa realidad parece desconectada de la vida cotidiana de todos nosotros, de la manera en la que hacemos las cosas, de lo que nos regalamos, de cómo nos gastamos la plata
La Junta de Representantes de los Propietarios le ha dicho a la Alcaldía que muchos de los proyectos que integraban el paquete de obras para construir por valorización no generaban un mayor valor a las propiedades afectadas, o eran de beneficio metropolitano y no barrial y por lo tanto su cobro debería incluir a las zonas del Valle del Aburrá que reciben ese beneficio, que hiciera ajustes a los proyectos aquí y allá. Su trabajo ha sido tan serio que de su concepto obligatorio sobre el proyecto que le presentaron se derivó la suspensión del plan, mientras se hacían todas las modificaciones pedidas. Eso nunca pasó antes, con otros proyectos de valorización y otras Juntas de Representantes, en tiempos del viejo Instituto Metropolitano de Valorización, Inval. El trabajo hecho por estos ciudadanos ha dado muestra del valor de conceptos como la participación ciudadana en los asuntos públicos.
En esta edición presentamos una entrevista en la página 10 con un abogado que encabeza una acción popular contra este paquete de obras con argumentos para nada deleznables. En defensa del medio ambiente y de los daños que la construcción de esas obras pueda traer, y argumentando que con ellas no se produce la valorización que la Alcaldía proclama, defiende la acción legal interpuesta. Él sustenta sus argumentos con la defensa de la participación ciudadana y la democracia, y critica que esa solución vial traerá más contaminación y problemas vehiculares a nuestra comuna.
Más carros, finalmente de eso se trata todo esto. Más humo, más tacos, menos verde y más gris. Pero esa realidad parece desconectada de la vida cotidiana de todos nosotros, de la manera en la que hacemos las cosas, de lo que nos regalamos, de cómo nos gastamos la plata. Sin salirnos de lo de los carros: nunca antes fue tan fácil como hoy comprar un carro nuevo. Basta con ir a cualquier concesionario vehicular y casi que con una carta laboral y una fotocopia de la cédula puede uno cambiar de carro. Y el carro que deja viejo, tiene si mucho dos o tres años de uso, y eso para los que más se demoran en cambiar, pues hoy el cambio de carro está casi como la reposición de celular.
Más y más carros. Las cuotas mensuales más baratas de un carro comprado a crédito son de montos similares a las de un plan de celular: doscientos o trescientos mil pesos. Así que en esta Navidad no serán pocos los que estrenen carro, otro más para las pocas y muy congestionadas vías de El Poblado.
La desconexión entre estos dos mundos -el del medio ambiente, la valorización, la participación ciudadana y el del consumo, la Navidad, las reposiciones de celular y carro- no podía ser mayor. Lo asombroso es que somos las mismas personas las que vivimos en esos dos mundos al mismo tiempo. En algún lado debería haber un poco de cordura. Deberíamos decidir si queremos esa ciudad calmada, de parques, aire puro, transporte público, o la otra del carro nuevo, y lo que eso conlleva. La solución a los problemas de movilidad puede estar más por ahí, en decidir qué ciudad queremos, y no en actuar como una persona con dos personalidades.