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Decir que el maquillaje es un arte es decir lo obvio, porque lo ha sido siempre, de distintas maneras y con diversos propósitos, desde los albores de la humanidad.
Un arte que trabaja sobre el cuerpo, de manera total o enfocándose en la revelación de un aspecto. Que puede existir como presencia evidente e incluso recargada, pero que también se descubre en su ausencia, en lo (casi) imperceptible. Es descubrimiento, revelación que se hace patente por la mirada. Porque, aunque parezca una paradoja, el maquillaje rompe las máscaras reales que son siempre las del corazón.
Por: Carlos Arturo Fernández
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