Gato –ejercicio de redacción para Señoras de El Poblado

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Por: Jose Gabriel Baena
Para aprender a mirar el mundo, hay que pasar de los cincuenta y quizás un poco más.
Yo aprendí a mirar el mundo, como Dalí, desde que estaba en el vientre de The Mother of my Invention.
Pero después uno nace, y la sociedad te borra los ojos.
El señor W. Allen dice en uno de sus libros: “Cuando era pequeño fui muy feliz. Después mis padres me entraron a la Escuela”.
No me quiero quejar mucho, después de todo me he leído las mejores historietas, y los cuentos de los Grimm y del bendito Anderson. Ahora mi librito de cabecera, como lo dije una vez, es “La Imitación de Jesucristo” de Fray Tomas de Kempis.
Este ejercicio de redacción lo estoy escribiendo en frases cortas, porque así lo aprendí de Azorín, y para que las Señoras introduzcan entre (sus) períodos sus propios textos.
Este ejercicio es perfectamente intervenible en archivo abierto en la página de la Red de este periódico. Si notáis “anglicismos” en este texto no os preocupéis: dicen que ahora el Lenguaje es Mundial. No estoy muy seguro de ello.
Este ejercicio se llama “Gato”, porque yo, Gato, soy quien lo está escribiendo y se lo estoy dictando en sueños al señor José Gabriel.
A veces, casi siempre, me da una pena con este autor porque no lo dejo dormir. Pero es que los Gatos no dormimos sino que somos los Guardianes de la Casa.
Ayer por la nochecita el escribano me invitó a dar lo que él denomina su “paseo peri-cat-ético”. Y estuvimos mirando la luna y una estrella que no era estrella sino Venus.
Y Venus nos miró todo el tiempo, hasta que empezó a caer la lloviznita.
Y al señor escribano lo saludaban todas las señoras de la urbanización donde vivimos, que se llama “Trigales del Sahara y de la Alta Andalucía”, un apelativo ridículo, porque por allá no hay trigales sino desiertos y serpientes venenosas, y pronto toda España será una inmensa duna.
A mí, Gato, también me gusta mucho mirar a las señoras. Y pasó la señora con su enorme perro “Disney Cupido” a quien le tengo pavor porque mide como tres metros. Y salté hasta el prado de enseguida con uno de mis saltos prodigiosos..
Pero “Disney Cupido”, un Scotland como Lassie, no me para ni cinco de bolas porque tiene 95 años humanos y sabe que me le revuelco en su patio y todas sus pulguitas se me pegan.
Después empezó la tormenta de la 1 de la mañana, y desperté a mi Señor cinco veces, y como la tormenta no cedía casi que no atrevo a salir hasta que por fin como a las 3:20 (soy un Gato con reloj y con botitas verdes Converse) me atreví a salir a ese diluvio.
Y ya no voy a redactar más por esta tarde, porque, como observáis, todo está escrito con párrafos muy cortos que ocupan mucho espacio.
Mi escribano y yo, su Gato, vamos a dar desde agosto un Curso de Redacción Española para Señoras Mayores de El Poblado. Máximo 10 alumnas, ojalá separadas, para que “sus respectivos” no se pongan muy celosos. Comunicarse con este periódico.

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