Para muchos, Navidad sin natilla no es Navidad. Hacerla es todo un ritual.
Convite, reunión. El fuego siempre será un motivo para festejar. Y en Navidad, la leña invita. Lo saben los bomberos de Medellín que se reunieron alrededor de una paila y, en familia, a batir natilla. En la celebración del Día Internacional del Bombero, la Alcaldía los invitó a un concurso en el que esta preparación típica de la Navidad fue la protagonista.
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La natilla tiene el encanto de la unión, del esfuerzo común, porque el cansancio apremia y no se puede dejar que se pegue a la olla, porque bueno es comerla, pero no lavar la paila. Todavía hay quien muele el maíz cáscara o montaño para prepararla. El proceso es largo y dispendioso, pues se debe remojar por tres días el grano, cocinarlo una hora, molerlo dos veces, licuarlo con agua o leche y cocinar la colada resultante con panela, clavos, canela y coco por unas dos o tres horas. Pero la paciencia seguro vale la pena.
Hoy no importa si es de caja o es tradicional, lo que sí es esencial es que sea una preparación hecha en familia.