Te escribo desde Leticia. Aterrizamos luego de enceguecernos con el intenso verde. Nos recogieron en el muelle para navegar dos horas por el caudaloso Amazonas hasta llegar a la reserva natural donde dormiríamos todo el fin de semana.
A lo largo del recorrido el paisaje era dibujado por la majestuosidad de los árboles: las ceibas más inmensas que he visto en mi vida, los yarumos altísimos parecían alcanzar las nubes, las palmeras y las miles de lianas entretejían toda la selva.
A Abel Rodríguez lo conocimos gracias a nuestro colega fotógrafo Fernando Cruz, fundador de Fotografía Colombiana. Trabajamos con él en varios proyectos de arte y educación, y decidimos escaparnos de la congestión de la urbe y conectarnos aún más con los árboles de sus obras (aprovechando la época navideña).
Conocimiento ancestral
Ya empezó la época navideña y los hogares colombianos hacen de su árbol navideño, el protagonista. Vestirlos y tupirlos de adornos y regalos, me recuerda la relación tan superficial que tenemos con la naturaleza y con los grandiosos árboles.
Aquí en el Amazonas nos sentimos parte de ellos, inmersos en sus raíces, sintiendo sus latidos y abrazando la corteza de sus troncos. Guihu -el nombre originario de Abel- nació en Nonuya, en la Amazonía colombiana y fue criado por los Muinane. En 1990 la violencia lo desplazó hacia un barrio periférico de Bogotá.
Sus ilustraciones botánicas son sorprendentes porque muestran vívidamente la memoria y el conocimiento ancestral de los árboles. Por ejemplo, en El Árbol de la vida y de la abundancia (2012) cuenta la historia de la creación de la selva, el origen del mundo. Y en cada una de sus obras refleja el potencial de los árboles como fuente de supervivencia en forma de alimento y hábitat.
Al ver los árboles navideños alumbrados por las ventanas, me pregunto: ¿por qué no más bien nos dedicamos, en familia, a acercarnos y reconocer algún árbol que tengamos en nuestro barrio y hasta quizás hacer un ritual cerca de él? Este ha sido protagonista de protección, fertilidad y regeneración, desde siempre. Y hoy más que nunca, en esta época de crisis climática, dependemos de ellos.
Conectarse más allá de lo material
Este momento del año es clave para buscar regresar a los saberes transdisciplinares de la naturaleza. Necesitamos unir las prácticas de artistas, botánicos y filósofos, para entender qué saberes podemos aplicar a nuestros estilos de vida. De hecho, te dejo una tarea: que investigues sobre la última exposición Nous les Arbres de la Fondation Cartier en París. ¡Compárteme tus opiniones en tu próxima carta!
Me voy con la obra de Abel Rodríguez aún más presente. Me llevo un pedacito del Amazonas deseando que en esta Navidad podamos acercarnos a un árbol, uno que no sea de plástico. Que en cada familia emerja un naturalista que proponga un ritual simbólico que nos conecte más allá de un regalo material.
Me dijiste que tenías un árbol favorito en tu barrio, ¿me recuerdas cuál es?