Un año más en que las autoridades y el sector privado despliegan esfuerzos en campañas contra el uso de la pólvora; en que los efectos de la pedagogía no son universales; en que los costos de las heridas representan un costo social.
Navidad feliz en Medellín para todos, sin pólvora fue el nombre de la campaña de la Alcaldía como recurso de pedagogía para prevenir la tragedia que ocasionan los estallidos en épocas de fin de año. A la campaña se sumaron el Cuerpo de bomberos y un equipo guiado por el alcalde con la Fiscalía, la Policía, Metrosalud, la Cruz Roja y la Defensa Civil.
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Pero llama la atención que la campaña no es de ahora, de la administración de Federico Gutiérrez, sino que se desarrolló en 1994, en la Alcaldía de Luis Alfredo Ramos. Son veinticinco años hablando de lo mismo, invirtiendo recursos contra el mismo fenómeno. Veinticinco años contra una plaga conocida… y contando.
Dos ciudadanos de 30 años y otro de 60, engrosaron en la alborada el expediente de heridos que había abierto el 28 de noviembre un niño de 14, impactado por una bengala. La pólvora no discrimina.
En este sábado de transición de noviembre a diciembre, de nuevo las campañas no lograron un efecto universal y dos ciudadanos en Robledo, uno en Belén y otro en Bello engrosaron el expediente de heridos que había abierto el jueves 28 de noviembre un niño de 14 años, del barrio 20 de Julio, tras ser impactado por una bengala en una oreja.
Los casos ratifican que para la pólvora no hay distingos: así como dos de los heridos, los dos de 30 años, estaban manipulando explosivos -uno de ellos confundió un taco con un cigarrillo y sufrió la explosión en la boca-, otro, de 60, estaba en una reunión familiar y resultó lesionado en un ojo por quemas que hacían otros. “El riesgo es para usuarios y para espectadores”, comenta Natalia López, de la Secretaría de Salud.
Desde ese mismo despacho en 2010, casi como ruego, decían que “se insiste a la ciudadanía en abstenerse de quemar pólvora y de mezclarla con el alcohol”. Hoy, mientras la funcionaria López reitera la misma solicitud, la Policía reporta que en el inicio de la temporada impuso 32 comparendos por incumplimiento del Código de Policía.
¿Por qué las campañas no logran un efecto universal? López, con 12 años en la salud, opina que “hay una subvaloración del riesgo: se cree que las lesiones, que pueden dejar secuelas para el resto de la vida, les suceden a otros”.
Estas secuelas, más las que faltan por registrarse -todo indica por antecedentes-, y las de los 832 heridos que se presentaron en el país en la temporada anterior (37 % en menores de edad), sin embargo, no son individuales. El estallido durante la alborada que comprometió la mano de un usuario, tiene también efectos de orden social: “hay quemaduras que requieren hospitalización o cirugía y que pagamos todos. Son un costo social”, explica López.
Los efectos de la pólvora no discriminan.
Una temporada más para reflexionarlo.