Ciudad de aves

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Una de las fortalezas aún no muy explotadas que tiene nuestra ciudad y sus alrededores es que puede ser considerada uno de los mejores sitios del mundo para observar aves. En un radio no superior a las tres horas en carro, podemos encontrar tantas especies de aves como con las que hoy cuenta Costa Rica, catalogado como el mejor país del mundo para la observación de aves. Hoy, este país centroamericano recibe más de 1.000 millones de dólares por esta actividad de turismo ecológico, superando los ingresos por divisas de las exportaciones cafeteras o bananeras. Medellín y sus alrededores tienen una variedad de especies de avifauna que muchos de los coterráneos no sabemos que existen, con un gran valor para los observadores de aves alrededor del mundo. No solamente contamos con guacamayas y loros que vuelan sobre la ciudad, especialmente en las horas de la tarde, sino que hay especies en nuestras montañas como el gallito de roca, tres especies de tucanes, loros de montaña, pavas, águilas de alta montaña, y un género y especie única de Antioquia denominada chamón rojo (hypophyrrus pyrohipogaster). Este constituye una población muy vulnerable; se calcula que solo quedan mil ejemplares, lo que lo sitúa en condiciones de riesgo mayores que las del cóndor de los Andes. (Hay más cóndores que chamones rojos).

Ahora bien, si nos vamos en carro a sitios como Río Claro, el Parque de las Orquídeas -en Urrao-, los páramos de Belmira y Sonsón, el bosque de Florencia, las reservas forestales privadas en Amalfi o Anorí, Santa Fe de Antioquia, la zona de Porce, Fizebad -en El Retiro- y el municipio de Jardín, el número de especies de aves que encontraremos será aún mayor.
Debemos buscar un compromiso de verdad para desarrollar esta actividad ecoturística. Aunque la Sociedad Antioqueña de Ornitología -SAO- lo ha venido haciendo muy bien -hay que decirlo claramente-, es al gobierno departamental y a los alcaldes municipales, con el apoyo del Fondo de Promoción Turística, a quienes corresponde impulsar esta actividad. Es mucho el empleo y el impulso al turismo que podríamos lograr con la observación de aves.
Qué grato ha sido encontrar recientemente en el municipio de Jardín a un grupo de 22 surafricanos que a través de una empresa de un amigo de Manizales, Sergio Ocampo, vienen a observar, entre otras especies, al loro orejiamarillo (loro en peligro de extinción que vive en la palma de cera) y que hace pocos años fue descubierto allí; y eso que ellos tienen en su país leones, jirafas, elefantes y parques como el Kruger, que cualquiera región del mundo envidiaría.
El alcalde de Medellín, con la observación de aves como actividad ecoturística, tendrá otro argumento más para impulsar el “cinturón verde” que ha propuesto en el Plan de Desarrollo.
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