Señor Director: el Editorial de Vivir en El Poblado toma solo un aspecto del impacto que produjo en la sociedad el video con un encapuchado con voz distorsionada, amenazando con destruir infraestructura en Medellín, el día de la marcha del 21 de noviembre.
Creo que gracias a las muchas difusiones que tuvieron los rumores de vandalismo en las redes sociales, se ha preparado mucho mejor por parte del Gobierno, la defensa del patrimonio construido con trabajo, voluntad y sacrificio. Se ha impulsado a la gente que salga pacíficamente y comprender lo irracional que es destruir lo que tenemos y que significaría un gran retroceso en la calidad de vida que se ha logrado conseguir.
¿Serviría de algo el estar muy callados, no difundir cuanto se viene cocinando, pero sufrir luego las consecuencias de no haberse preparado? ¿Qué tanto significa y qué perjuicio se sigue de atemorizar, si ese es el precio que debe pagarse para estar preparados y no lamentar las consecuencias destructoras de muchas marchas? Sinceramente no entendí, como afirma usted que el encapuchado logró cierta legitimidad, por la difusión de su video. ¿Cuándo podrá ser legal destruir los bienes de una comunidad, de todos los ciudadanos, para protestar por las supuestas quejas que haya contra el gobierno?
Por Guillermo Saldarriaga G.