Vivimos en un mundo finito, lo creamos o no. Esto quiere decir que la naturaleza nos impone límites: hay una cantidad determinada de árboles, de petróleo, de moléculas de agua, de átomos.
Desde hace algún tiempo, se viene hablando de los llamados “límites planetarios”. Permanecer dentro de estos límites le permitirá a la humanidad vivir en “un espacio seguro”. Estos límites son: uso del agua fresca, cambio del uso del suelo (urbanización y expansión de la frontera agrícola), deterioro de la capa de ozono, contaminación de la atmósfera, acidificación de los océanos, ciclos del nitrógeno y el fósforo (agricultura y ganadería), integridad de la biósfera (pérdida de biodiversidad), cambio climático y el surgimiento de grandes cantidades de nuevas sustancias de las que aún no conocemos los impactos.
Los monstruos de la son aquellos que nos hacen sobrepasar esos límites: la indiferencia ciudadana, la incapacidad de tomar las decisiones políticas necesarias, el extractivismo que no tiene en cuenta daños irreparables a ecosistemas y comunidades, el pensamiento cortoplacista de nuestros gobiernos, la carrera por tener antes que ser.
Sabemos que debemos garantizar los niveles mínimos de bienestar para todos los seres humanos. Sabemos que hay suficiente para todos, pero también que debemos distribuirlo mejor. Hoy sabemos que debemos hacerlo respetando los límites planetarios. ¿No seremos capaces, juntos, de espantar a los monstruos de la sostenibilidad?