Una historia de ”onda corta“
“Cuando uno es aficionado a la “onda corta”, escanea, es decir, busca en el dial las emisoras más lejanas”
Zenith-Transoceánico 1950 | Telefunken 1953 | Stromberg-Carlson 1957 | Zenith Royal 3000 de 1973 |
Por Saúl Alvarez Lara
¿Qué llevó a un doctor en Epistemología e Historia de las Ciencias y las Técnicas de la Universidad de París VII y profesor de la Universidad Nacional, a convertirse en coleccionista de radios? Cuando pregunto a Jorge William Montoya, el profesor con más de 200 radios en su apartamento, qué lo llevó a coleccionarlos, cuenta una historia que se remonta a Concordia, su pueblo natal.
Don Alirio Montoya, su papá, era profesor de geografía en el colegio, pegaba mapas por todas partes en la casa y tenía un radio Telefunken alemán, de los años 50, que aún se conserva en casa de uno de sus hermanos mayores. Ese radio era fuente de curiosidad porque tenía “onda corta”, permitía sintonizar emisoras de países lejanos y, aparte de ser el único contacto con el mundo exterior, obligaba a recrear los lugares y las historias que narraban en Radio Nederlands, Family Radio o Radio Transmundial. La “onda corta” transportaba a lugares difíciles de encontrar, si no fuera en los mapas de su papá. Para completar, por “onda corta” llegaban también, en idiomas incomprensibles, voces que la hacían todavía más misteriosa. Era el comienzo de la década de los 70.
Pasaron los años. Jorge William se graduó en la Universidad Nacional y se fue a Francia a hacer el doctorado. A su regreso, en 2003, su interés por el asunto de la onda corta revivió cuando quiso encontrar un radio como aquel Telefunken de su papá. Lo halló por internet y lo compró pero llegó en un estado tan lamentable que fue necesario hacerle un trabajo de restauración. El día que el técnico le iba a entregar el aparato restaurado, en la vitrina de un anticuario vio un modelo igual al que iba a recibir. Ese mismo día tuvo dos radios Telefunken como el de su papá. Algo extraordinario porque esos radios eran difíciles de encontrar.
Cuando empezó a buscar, un poco a ciegas porque no recordaba la referencia exacta del radio familiar en Concordia, se encontró con un universo inesperado de formas, de colores, de épocas que le atrajo como la onda corta. Fue así como apareció el interés por el objeto radio, por la poca atención que se le había prestado y por la importancia que tenía en la vida cotidiana de la gente. Hay personas para quienes el radio ha sido todo, con él han vivido, han gozado, han compartido, sin embargo el medio de comunicación está más en la memoria que el aparato. La importancia del objeto, que en el mejor de los casos se convierte en una pieza de decoración o cuando ya no sirve va a parar a la basura o la prendería, es poca. La búsqueda de aquel radio dio inicio entonces a una colección de interés académico, cultural y técnico.
< Jorge William Montoya
La colección de radios de Jorge William tiene hoy más de 200 modelos distintos. El más antiguo es un Philips holandés de 1946 en baquelita, uno de los primeros materiales sintéticos utilizados. También hay un RCA Víctor fabricado en Canadá en 1956 con compartimento para pilas. Un Zenith Royal 500 de 1957, con cuerpo de nylon, que lleva la leyenda: “Sin tubos, totalmente transistorizado e irrompible”, reposa cerca de los Zenith Transoceánicos, desde el H500 de 1950 hasta el Zenith Royal 3000 de 1973, considerados los “reyes” por su diseño y solidez, costosos pero utilizados por verdaderos aficionados. El Stromberg Carlson AWP8 de 1957 llegó a la colección hace algunos meses. Después de buscarlo por internet y verlo en el mercado de San Telmo en Buenos Aires, Jorge William lo encontró donde un anticuario de la calle Perú pero en mal estado, el mismo modelo, con resorte para recuperar el cable, antena de salida automática, dos parlantes, casi estéreo, termómetro, hidrómetro y medidor de presión atmosférica, pero fue necesario hacerle un laborioso trabajo de restauración. Dos de los modelos que Radio Sutatenza mandó a fabricar a Toshiba en 1963 con la posibilidad única de escuchar esa emisora están también por allí. Un SqueezeBox, Wi-Fi, de Logitech, que puede sintonizar miles de emisoras de todos los géneros con calidad digital, lo último en tecnología, cierra la colección.
Los radios viven en todos los rincones del apartamento de Jorge William Montoya. Sony, Gründig, Punto Azul, Sanyo, Orión, Toshiba, Philips, todas las marcas se encuentran. Él pasa y los prende para verificar que funcionen. No se trata de un asunto decorativo, los radios deben funcionar porque el sentido del objeto técnico es ese, que funcione. Mientras lo sigo, al mismo tiempo que el carraspeo de los radios al prender me parece escuchar las voces que en otras épocas llegaban misteriosamente por la “onda corta”. “Cuando uno es aficionado a la onda corta escanea, es decir, busca en el dial las emisoras más lejanas”, dice Jorge William, y continúa hablando de radios, un tema interminable.