El cocinero de cuentos
Leonardo Muñoz, literatura para el paladar
“Recordé uno a uno los pasos de la preparación y en esos recuerdos, te veía a ti, mamá. Ponías a cocinar los garbanzos en abundante agua, luego los escurrías y hacías un puré, le echabas la crema de ajonjolí, exprimías siete limones. Le echabas el jugo de limón y el ajo machacado, los revolvías con una cuchara de palo. Esa era la salsa de tahine… ahora papá me ha pedido que la prepare para ti. Papá quiere que a tu memoria vuelvan los días del ayer. Mamá, yo también quiero que te acuerdes de mi nombre”.
“Acuérdate del tahine”, es el cuento del que provienen las anteriores líneas, el retrato de una anciana inmigrante de Siria que sufre de Alzhemier y quien parece recuperar su memoria con el olor y sabor de una receta: el tahine. El autor es Leonardo Muñoz, un joven escritor que ha ganado varios concursos nacionales y locales de cuentos, con relatos influenciados por las vivencias de su infancia en Magangué, Bolívar, y las ricas recetas de su abuela Micaela, cocinera en la calle La Albarrada, quien se ocupó de su crianza.
Ganador de la quinta versión del Concurso Nacional de Cuento, organizado por el Ministerio de Educación y RCN, Leonardo cocina relatos, como los chefs más experimentados. Agrega su nostalgia por los manjares de su niñez, y los condimenta con imágenes y sucesos que revelan la idiosincrasia de los pueblos costeños y reflejan la conflictiva realidad de nuestro país.
Una muestra de esa combinación única es el cuento “Pebre de galápago”, que narra la experiencia de dos hermanos, quienes, debajo de una cama, presencian con horror la muerte de sus mascotas, dos tortugas que son cocinadas por su madre, a solicitud de un grupo de guerrilleros hambrientos que irrumpió en su hogar. El proceso de la receta no es menos violento en los recuerdos de Leonardo, quien todavía se siente espeluznado al revivir como su abuela mataba a más de una decena de galápagos para preparar pebre a los clientes en La Albarrada.
Estudiante de Licenciatura en Lengua Castellana en la Universidad de Antioquia y desde hace varios años promotor de lectura en los Parques Biblioteca, Leonardo vio con regocijo recopilados varios de sus cuentos en el libro Bajo el naranjo. Es el título del relato corto con el cual obtuvo el primer puesto, en la categoría Juvenil, en el concurso Sin armas la vida es otro cuento, organizado por las Naciones Unidas en 2006. El libro fue editado por la Fundación Arte y Ciencia.
Entre la escritura y la cocina, la primera su pasión y la segunda una de sus principales fuentes de inspiración, reconoce que hay una relación especial. La descubrió por primera vez cuando leyó el bestseller de la escritora mexicana Laura Esquivel, Como agua para Chocolate, y después en incontables poemas y novelas de un sinfín de autores. Para él, jugar con las palabras para encontrar las más adecuadas y dar vida a una narración que atrape al lector, guarda cierta semejanza con el oficio del cocinero, quien fusiona ingredientes para crear platos que deleiten paladares y perduren en la memoria de los comensales.
Leonardo se encuentra recopilando, revisando y puliendo un conjunto de cuentos, unos viejos, otros recientes, para poner en marcha un nuevo proyecto literario. Mote de queso, Dulce de plátano maduro, Empanaditas para mamá, Mordisco de durazno y Viuda de pescado (texto que Vivir en El Poblado publica en esta edición de La Buena Mesa) son los títulos de algunas de estas historias que Leonardo elabora y rectifica, con el mismo esmero con el que su abuela Micaela preparaba las deliciosas recetas que hoy son combustible para la imaginación de este hábil y prometedor escritor.