El colegio Waldorf Isolda Echavarría festejó el aniversario de la base formativa que sustenta su propuesta educativa desde hace 34 años.
En 1919, un año después de terminada la Primera Guerra Mundial, Rudolf Steiner creó la Pedagogía Waldorf como respuesta a la necesidad de sanar las heridas que quedaron en la sociedad alemana. En 1981, en un contexto distinto, pero con un fin similar, Benedikta Zur Nieden decide aplicar en Rionegro las bases formativas de una propuesta diferente y novedosa para la región.
En aquella época la región comenzaba a sentir los primeros embates del narcotráfico y Benedikta había vuelto de su país aún con el dolor por la pérdida de su esposo Diego Echavarría, en 1971, y antes de su hija Isolda. Por eso quería hacer algo por la educación de la juventud en la tierra donde su familia se había instalado y que ayudara a sanar las heridas. Igual que en Alemania.
Una pedagogía en la que el desarrollo de la humanidad es el eje central, pensada en valores y espiritualidad: así lo remarcan las hermanas Ana Isabel y Laura Victoria Duque, las maestras fundadoras del Colegio Waldorf Isolda Echavarría, que abriría sus puertas en 1985 tras el diálogo que ambas sostuvieron con Benedikta en su casa, tras conocer y estudiar sobre Steiner.
Su interés era ofrecer un proceso de formación que viajara al interior del humano, al desarrollo del pensar, “que tuviera una visión diferente a solo desarrollar el proceso cognitivo”, plantea Laura Victoria, con respecto al desarrollo del pensar, del sentir y del querer, todas al mismo tiempo, para tener el desarrollo íntegro de la persona.
Cuando abrieron las puertas, Ana Isabel recuerda que comenzaron a llegar padres de familia preguntando “¿qué están haciendo acá que es tan diferente?”.
Nancy Lily Durango, asesora pedagógica, comenta que a cada uno de los cerca de 400 estudiantes que tienen en sus aulas los forman para “desarrollar su propio pensamiento”, pues se respeta la individualidad de cada ser. “Cada uno se siente como es. No enseñamos, damos herramientas para despertar el conocimiento”, agrega Ana Isabel.
Opinan los alumnos
“Siento que en el colegio, desde muy chiquito me orienté a lo que quería hacer en la vida. Soy muy curioso y lo conseguí en el Isolda”
Sebastien Herbiet, exalumno.
“Como vemos los temas distinto a otros colegios, me sentía atrasado al compararme, pero ahora, en once, me siento más preparado porque tengo la visión clara de la pedagogía y cómo funciona en mí”
Emanuel Álvarez, estudiante de once grado.