Coordina a nivel nacional el programa Roots & Shoots, con el que promueve la inclusión de prácticas ambientales en los colegios.
En Santa Marta le decían la “gringa”. Allá era la rubia de los tatuajes, la que enseñaba inglés con su acento bogotano y recogía basuras por las playas de la ciudad. Sin que nadie se lo pidiera, sin ningún fin particular. O sí: el de vivir en un mejor planeta.
Allí tuvo su primer trabajo como docente en el colegio Los Manglares. La invitó Ivette Pinzón, amiga de su hermano Patrick, para que dictara clases de inglés y de francés. Pero ella, inquieta por lo ambiental, comenzó a enseñarles a sus alumnos, en su tiempo libre, sobre el cuidado y la conservación de la naturaleza.
Ivette la vinculó con Roots & Shoots, un programa educativo, global, medioambiental y humanitario para jóvenes por el Instituto Jane Goodall. Luego Vivian asumió como coordinadora nacional.
Su inquietud era permanente. Vivió en Inglaterra y Escocia, recorrió Centroamérica durante un año, en España conoció a su esposo Iñaki. Juntos tuvieron una pastelería vegana en Bogotá. Estudió fotografía con un enfoque ambiental. “Estaba un poco perdida”, confiesa.
Hace tres años enseña en el Colombo Británico. Su labor inicial -aún lo es- era dictar inglés y arte, que en realidad es su profesión. Así consta en el diploma de la Uniandes. En sus tareas no aparecía el tema ambiental, pero ella buscó el espacio.
Comenzó con campañas de reciclaje. Hizo una huerta colgante de aromáticas, con una pared de botellas. Se levantaba a las 5:00 a.m. a cortarlas, una a una. De a poco los estudiantes la fueron conociendo y acompañando. Los más chiquitos primero, luego los grandes.
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En 2018, le propuso a la rectoría crear La huerta, una estrategia para vincular a los niños con la educación ambiental. Las directivas le copiaron la idea. También en la Secretaría de Educación del Municipio.
Hoy cuenta con un espacio en un jardín del preescolar. Allí van los niños en los descansos, por su propia voluntad. Han cosechado tomates, lechuga, repollo, cebolla, brócoli, pepino, albahaca, tomillo. Son ellos mismos los que les ofrecen un tour a los papás que quieren ir a conocerlo. Y con sus manos han hecho accesorios con plástico reciclado que luego venden a sus familiares. Todo se los enseña Vivian.
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Por estas iniciativas está postulada a un premio ambiental en Corantioquia. Vivian, feliz, señala que es su manera de hacer la diferencia.
Por: Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]