Escribo porque en los últimos meses he presenciado la masacre de un pequeño bosque que existía en Santa María de Los Ángeles, a unos metros del tan defendido Túnel Verde, y que si bien estaba en un lote privado no puede omitirse el manejo ambiental que se debe tener con la fauna y la flora de la ciudad.
Para hacer el proyecto urbanístico Montreal la constructora Arconsa compró una casa ubicada en la esquina de la carrera 45 con calle 17 sur. El bosque que esta tenía era refugio de cientos de animales, nidos de pájaros y guacamayas, además de ardillas y zarigüeyas. Hasta los vigilantes del sector dicen que había zorritos.
Contrario a lo que vimos con la demolición del edificio Mónaco en febrero pasado, en este fatal proyecto en ningún momento hubo presencia de personas que realizaran ahuyentamientos o rescates. Sí vi cómo los trabajadores tiraban palos a los árboles que iban a talar, pero nunca se hizo un rescate de ardillas, zarigüeyas, pájaros y demás especies.
El llamado es a la veeduría, porque no podemos oponernos a que se construyan edificios (lamentablemente), pero lo mínimo es que no acaben con la casa de cientos de animales y un pequeño pulmón que teníamos los vecinos. Esta gente aprovechó los fines de semana para talar los árboles, lo hicieron el sábado 31 de agosto y durante la primera semana de septiembre acabaron con los pocos que quedaron.
Por Juan Manuel Zuluaga