Sergio Andrés Caro tiene 35 años y los últimos doce los ha dedicado a la vigilancia privada. Trabaja en la urbanización El Yerbal, en la loma de Las Brujas, en Envigado, donde comparte con otros dos compañeros turnos entre 6:00 a.m. y 6:00 p.m.
Es un padre orgulloso, sus hijos Tomás y Jerónimo -de 9 y 6 años- son su motor, con ellos comparte el tiempo libre, los lleva a una escuela de fútbol y van a parques y salidas recreativas con otros compañeros. Vive además con su mamá y una hermana.
De su trabajo rescata que es un servicio honrado, en el que puede ayudar a las personas y desde el que también aporta a la seguridad de la ciudad, pues manifiesta que está pendiente de lo que sucede y cuando pasa algo se apoya en el cuadrante de la Policía.
Antes de trabajar en Envigado prestó servicio militar y con la vigilancia estuvo en otras unidades, algunos centros comerciales y en la clínica León XIII.
Sergio dice que lo más duro de su profesión es hacer turnos de noche, pues sus hijos lo reclaman y son quince días seguidos trasnochando.