El cuello de botella generado por la estación de Policía viola normas de tránsito que tanto han divulgado las otras autoridades y está desvirtuando el mejoramiento pretendido con el nuevo cruce de la calle 11.
¿Han visto que una obra de infraestructura y de movilidad logre todo lo contrario a tráfico fluido y mejoramiento de las condiciones para los conductores? Eso es lo que ocurre en la carrera 43B y la apertura de un cruce vial en la calle 11 con la avenida El Poblado.
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No fue que la obra quedara mal hecha o que el nuevo semáforo no funcione. Ocurrió que a la 43B, con la cancelación del giro en Castropol, le llegó más carga. Y hay más usuarios, pero también se presenta una anomalía en funcionamiento y respeto de las normas.
Dicho por las autoridades, en las vías arterias está prohibido parquear. En las arterias, menos en la 43B (o en la 43A, los martes en la gruta de La Aguacatala), donde la estación de Policía es el centro del desorden. Es allí donde comienza el cuello de botella que está desvirtuando la inversión de 199 millones de pesos y el plan de mejoramiento a la movilidad de la calle 11.
Esta semana había trece carros parqueados en zona prohibida. Tampoco usan parquímetro, en un barrio donde es obligatorio el pago de 3.200 pesos por hora para estacionar.
Esta semana en las inmediaciones de la estación había trece carros parqueados donde el Código de Tránsito indica zona prohibida. Dos taxis y diez particulares. Aun más, el taxi de placa 218 y el particular 524 aparecían abandonados en esquina, donde el Código de Tránsito también tiene reparos y multas.
Pasan las horas y los carros no se mueven, obstruyen el paso fluido a los conductores y tampoco usan parquímetro, en un barrio donde es obligatorio el pago por estacionar: o se tributa la tarifa por hora de 3.200 pesos o habrá multa, incluso inmovilización con cepos.
El vehículo número trece de los estacionados en la 43B no solo desvirtúa la prohibición de las vías arterias o la obligación del parquímetro, sino que va en contravía con las políticas y las urgencias en materia de seguridad de Medellín, una ciudad que al 27 de agosto reportaba 437 homicidios este año. Ese vehículo es el CAI móvil de la Policía, que, apagado, no es móvil ni presta atención inmediata, como expresa su modelo de servicio. En mayo también aparecía fuera de funcionamiento y en la Policía informaron que presentaba fallas mecánicas.
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Salvo este vehículo oficial, los demás señalados están “en custodia temporal”; “están inmersos en un proceso judicial” y son la Fiscalía General de la Nación o algún juzgado “las autoridades competentes y responsables de autorizar el ingreso de estos rodantes a un parqueadero acreditado”, le explicó el capitán Jorge Iván Rubio Romero, comandante de la estación, a Vivir en El Poblado.
Tres autoridades involucradas, varias normas rotas y un solo taco. Y largo. Y diario. Y costoso.