Se estima que el año pasado hubo en el mundo 1.400 millones de turistas internacionales y que el turismo es responsable de la misma cantidad de emisiones que la industria ganadera o el transporte particular.
Como ya lo hemos discutido en este foro, todas las actividades humanas tienen algún tipo de impacto ambiental. También hemos discutido que, aunque los gobiernos y las empresas nos pueden ayudar a disminuir este impacto, la contribución de las acciones personales no es insignificante. Algunas personas, por ejemplo, han comenzado a llevar contabilidad de sus emisiones y, de manera similar al uso que se le da a una cuenta de ahorros, saben cuándo pueden “gastárselas” (por ejemplo, viajando en avión a una isla paradisíaca en el Caribe o a Europa) y cuándo están en sobregiro y deben compensar.
La responsabilidad ambiental de los turistas no solo se limita al transporte: hay que ser responsables con las fogatas en campos abiertos; no debemos tomar especies (vegetales ni animales) de lugares protegidos ni introducir nuevas especies; debemos cuidar que nuestras mascotas no afecten la fauna silvestre y debemos respetar la capacidad de carga o las restricciones al turismo en parques nacionales y otras áreas protegidas.
También, como lo comenté alguna vez, debemos traer de regreso la basura no biodegradable del campo, ya que las ciudades están mucho mejor preparadas para encargarse de ella.
Hay mucho por ver y disfrutar. Hay mucho por proteger y restaurar.