Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, el Big Data impactarán el empleo, la distribución de la riqueza, la salud, el consumo, el urbanismo: la forma en que vivimos.
¡No sabemos esto dónde va a parar! Así se decía en Medellín cuando sentíamos que el país estaba ante un panorama complicado (es decir, era una frase de todos los días). Sin embargo, lo de ahora es de una dimensión distinta, que lo deja a uno sin saber qué camino coger, como también se decía antes.
Hemos estado acostumbrados a tener cierto anclaje para pensar el futuro: confiamos en que este tiene algún grado de predecibilidad. Pero el ritmo y la profundidad de los cambios de hoy han esfumado ese anclaje. Creo que el futuro nunca ha sido menos predecible que en este presente. Y obvio, no solo en Colombia.
Me refiero a las implicaciones, en todos los ámbitos, de lo que hace ya parte del menú noticioso de los medios: las novedades tecnológicas. Que son presentadas frecuentemente con un enfoque frívolo, de curiosidades, y poco más allá. A pesar de que sabemos que marcarán la vida de nuestros hijos (y probablemente también las nuestras), como sociedad no les dedicamos el espacio de reflexión que merecen. Tal vez por considerar que sus consecuencias no están bajo nuestro control. Pero algo tenemos que hacer.
Quienes ya somos más que mayores sabemos del impacto que el desarrollo de la tecnología ha tenido sobre la vida. El computador, el internet y el celular, para solo mencionar esas tres herramientas, nos cambiaron la manera de trabajar y modificaron profundamente la forma de relacionarnos entre nosotros y con nosotros.
Pero lo que se viene puede ser de mayor calado: la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas, los carros autónomos, el aprendizaje de máquina, el Big Data, entre otras muchas, impactarán profundamente el empleo, la distribución de la riqueza, la salud, el consumo, el urbanismo, el uso del tiempo, en fin, todo lo que tiene que ver con la forma en que vivimos (dejo para un próximo artículo lo referente a la Edición Genética porque eso ya es de otra dimensión).
¿Cómo educar para un futuro que no imaginamos ?
A mi manera de ver, más que en impartir conocimientos específicos, la educación debería centrarse en cultivar la curiosidad innata y la búsqueda autónoma de respuestas; alentar el espíritu reflexivo y ayudar a construir un criterio fundamentado.
La escuela debe ser en esencia un centro para la socialización y el disfrute del aprendizaje. Y del arte. Un espacio para que niños y jóvenes se construyan a partir de su interacción con los demás. Y por último, la flexibilidad se debe respirar en el ambiente. Porque, como nunca antes, la vamos a necesitar.