Las cifras de abortos espontáneos son dramáticas. Aunque el reporte oficial es de 20% en la totalidad de embarazos, se cree que puede ser hasta del 50%
Una vida llega. Se gesta lentamente. Y de un momento a otro, deja de existir. Un total de 20 de cada cien embarazos termina en un aborto espontáneo antes del tercer mes.
Aunque la cifra es dramática, la gran cantidad por un lado, y el hecho de que muchas mujeres ni siquiera se den cuenta de que tuvieron un aborto (se dice que el número real es 50) hacen que esta condición se haya normalizado en la comunidad médica. Incluso, muchas mujeres narran indiferencia y hasta maltrato en los centros médicos (ver recuadro).
Según explica la ginecóloga María Isabel Sepúlveda, un aborto espontáneo es aquel que se presenta por una causa que no está clara.
Una encuesta realizada por la compañía Ava revela que el 70 por ciento de mujeres que ha sufrido un aborto espontáneo cree que fue por estrés y el 27 por ciento se culpa por algo que haya hecho. Dice la sicóloga Clara Vélez, que después del aborto lo que sigue es el duelo perinatal. Lo primero es la culpa y las mujeres empiezan a hacerse preguntas: “¿Qué pasaría si no hubiera trabajado tanto? ¿Habrá sido el estrés?”. Y luego aparecen sentimientos como las añoranzas: “¿Cómo habría sido? ¿Qué hubiera hecho?”. Y esto puede pasar en cuestión de minutos: futuras madres a las que les dan la noticia y las dejan solas en la mitad de una sala de maternas de un hospital.
Atención
Según la encuesta de Ava, 32% de las mujeres no están satisfechas con la atención que recibieron de su médico cuando sufrieron el aborto. Sepúlveda afirma los protocolos de atención existen, pero dependen de cada institución: “en Medellín no todas las clínicas tiene los espacios adecuados para atender estos casos”, y agrega además que “a pesar de que uno quisiera separarlas y darles su tiempo, el sistema de salud generalmente no lo permite”.
El cuestionamiento entonces es el siguiente: ¿por qué se ha normalizado el aborto espontáneo? Para Clara Vélez, “la muerte sigue siendo un tema tabú y por ello hay un temor de los profesionales a enfrentarla. Tanto que en las clínicas muchas veces les dicen a las mujeres cosas como que no estaba en embarazo, o que se trataba de un coágulo o que la naturaleza es muy sabia”.
Lo cierto es que el duelo de una madre gestante es complicado, pues generalmente no hay un cuerpo para hacer una despedida y también porque se pierde un rol que no se pudo asumir. “En estos casos los médicos nunca deberíamos perder el tacto, tenemos que establecer una conexión con la paciente y entender cómo vive cada una el proceso”, concluye María Isabel Sepúlveda.
Por: Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]
En primera persona
Por: María Claudia Mejía
De mi experiencia de aborto me quedaron algunos recuerdos imborrables, sobre todo los que se relacionan con la atención en la clínica. Un aborto es una experiencia que puede ser traumática para una mujer y más aún si la atención no es humana. Lo que recibí en la clínica fue un trato deshumanizado que comenzó con la noticia de que en mi útero ya no había latidos y terminó cuando la enfermera por fin me entrega las pastillas para abortar, después de 15 minutos de espera en la sala de maternas, lugar en el que se monitorean asuntos médicos de las mujeres que sí van a dar a luz. Finalmente, me dan a elegir entre abortar en el baño de mi casa o esperar a que ocurra en esta clínica.
Pensaba que mi experiencia era única, pero por mi participación en un estudio con parejas que tuvieron aborto espontáneo, supe que la mía era muy similar a la de otras mujeres: tratos deshumanizados, afán por retirarnos de las clínicas, espera en la sala de maternas, aborto en el baño de la casa, entre otras situaciones incluso peores a las que yo viví. Sistema de salud, clínicas y médicos: si el aborto espontáneo es una estadística tan alta, creen un protocolo para atendernos. No es justo que normalicen el dolor de miles de mujeres que han perdido una vida que estaba esperando y que no hagan nada por cambiar esta situación.