El camino solidario del padre Villalobos

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El camino solidario del padre Villalobos
Para el padre Jorge la motivación correcta de la solidaridad es la consciencia de que la sociedad crecerá en la medida en que todos aportemos

“Era el camino de Dios”, dice el padre Jorge Villalobos, quien después de 20 años de vivir en Colombia conserva el acento que trae desde la pequeña y colonial ciudad de Durango, al norte y hacia la costa pacífica de México. Esa es la frase que usa para explicar el rumbo de un joven escéptico que a los 20 años, sin haber tenido ningún interés en la Iglesia Católica o haber considerado el sacerdocio, y cuya educación escolar y ambiente familiar habían sido completamente laicos, ingresaba al seminario. Antes de eso pensaba que estudiaría Derecho, como dos de sus tres hermanos, o Medicina, con un sentido de servicio y solidaridad. Pero en ese camino de Dios se encontró a un sacerdote irlandés, un hombre auténtico y visionario, quien le propuso a Jorge acercarse a la Iglesia y ver si tenía espíritu vocacional. Intrigado por la fuerza del testimonio irlandés, aceptó y decidió hacer una prueba. Al poco tiempo ingresó al seminario. No fue extraño entonces que en su familia no fuera bienvenida la noticia. Hubo presión emocional y rechazo hacia la idea, pero finalmente los conquistó la convicción de quien después se convertiría en el padre Villalobos, de la orden de los Legionarios de Cristo.


Vocación a toda prueba
Resuelto el asunto, viajó a Salamanca a estudiar humanidades clásicas y luego realizó estudios filosóficos y teológicos en la Universidad Pontificia Gregoriana, en Roma. Allí mismo fue ordenado como sacerdote por el Papa Juan Pablo II, en enero de 1991. De inmediato viajó a Curitiba, en Brasil, para trabajar como director espiritual del Seminario Mayor. Nueve meses más tarde, recibió con felicidad la propuesta de venir a Medellín para ayudar en la fundación del Colegio Cumbres. Desde entonces vive en esta ciudad, y ha trabajado en otros colegios como el Columbus School y el Colombo Británico; ha sido párroco en Moravia, en Santo Domingo Savio; en el barrio El Ajizal, de Itagüí, y en la Parroquia San Juan Bautista de la Salle, donde trabaja actualmente. Pero la gran pasión del padre Villalobos son las obras sociales.

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De su espíritu de generosidad y en compañía de jóvenes de familias pudientes, nació la Fundación Gente Unida. “Esto empezó cuando hablamos de los compromisos de los jóvenes, y quisimos hacer trabajo de recreación y alimentación con los niños de Moravia, pero luego decidimos hacer algo que durara”, recuerda el sacerdote. La idea inicial fue vender, al menudeo, mercados a precios de mayorista para que las familias pudieran hacer un ahorro, pero los ladrones entraron a la tienda y se robaron toda la mercancía. Además los milicianos del barrio intentaron matar a los delincuentes, así que la propuesta cambió de rumbo y crearon un preescolar con 33 niños. Ahora, después de 17 años de trabajo, son 4.200 niños y jóvenes en seis colegios: Moravia, Luz de Oriente, Santo Domingo Savio, Villa Café, Pajarito y un hogar (internado) para niños en Copacabana.

Al confesionario
La solidaridad y la caridad son algunos de los temas que discutirá el padre Jorge Villalobos en el próximo conversatorio de Vivir en El Poblado, programado para el jueves 13 de diciembre a las 6:30 pm. en el Centro Comercial Santafé Medellín. “La Navidad es un tiempo para la solidaridad y para la familia, cosas que se nos pierden entre tantas carreras. Es un tiempo en el que nos volvemos más espirituales y queremos ser mejores con los demás, así que es el momento ideal para lograr que el cambio sea de fondo”, dice el padre Villalobos. Agrega que es eso lo que ayuda a mejorar y a entablar verdaderos lazos entre nosotros y con Dios. “Esos lazos y el ejercicio de la espiritualidad, en la forma como se presente, son fundamentales. Lo importante es que tengas la base, que sepas que no estás aquí de casualidad, que tienes objetivos en la vida y que debes ejercitar tu parte espiritual; para algunos es con oración y alabanzas, para otros es con servicio a los demás”. Todo esto en un marco de disciplina y continuidad, aclara, porque aunque en algunos la fe y la espiritualidad nacen espontáneamente, en otros, como le sucedió él, deben ser trabajadas. Pero, como dice este legionario de Cristo, “Dios no evalúa los arrebatos místicos sino el esfuerzo que se pone en seguir un camino espiritual”.

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