A Natalia Restrepo muchos la vieron en la segunda temporada de MasterChef Colombia. Pero su trabajo va más lejos de la televisión, es una defensora de las cocinas tradicionales. Cocineros y cocineras que construyen país.
Natalia creció en Jericó, al lado de un horno que hoy tiene 83 años. Aprendió a cocinar en una de las panaderías más antiguas del Suroeste antioqueño. Pero cuando llegó el momento de decidir su futuro, la ingeniería geológica apareció en el camino. Estudiaba en la Universidad Nacional en Bogotá y en un paro decidió estudiar cocina en el Sena para ocupar su tiempo. Nunca regresó a la universidad. Confirmó que las cocinas eran lo suyo.
En Bogotá trabajó en Andrés Carne de Res y en el restaurante Cabrera. Luego llegó MasterChef, concurso en el que ocupó el tercer lugar. Después volvió a Medellín, donde trabajó en Doña Lechona y en La Provincia.
“La tercera parte de lo que se produce en el país se elimina. Hay que pensar cómo hacer para que eso les llegue a los que lo necesitan. En un país tan rico en biodiversidad nadie debería acostarse con hambre”.
Hoy, desde la calma de la independencia, se dedica a investigar los ingredientes locales, sueña con un restaurante inspirado en los sabores de América Latina y, al mismo tiempo, es abanderada de un movimiento que invita a cocinar sin generación de desperdicios.
Busca cocinar con vegetales que no pasan los controles de calidad porque son feos o no tienen el tamaño suficiente: “hay que valorar todo el esfuerzo que se aplica para producirlos”, explica. Por eso, es voluntaria en diferentes bancos de alimentos de la ciudad y cada vez que entra a una cocina lo hace con la intención de educar a los comensales.
Por:Juan Pablo Tettay De Fex [email protected]