Cosas que no cambian
La seguridad, el medio ambiente y la movilidad siguen siendo las preocupaciones más frecuentes
A lo largo de 23 años, varias quejas, denuncias y preocupaciones de los habitantes de El Poblado han sido comunes: robos e inseguridad en las lomas, contaminación de quebradas, mala utilización de las zonas de estacionamiento, acopios de taxis ilegales, contaminación visual por el abuso de instalación de vallas publicitarias, descuido de parques y zonas verdes, basuras, podas indiscriminadas y arboricidios, altos niveles de ruido en horas nocturnas y congestiones vehiculares.
Entre los asuntos más comunes desde las primeras ediciones hasta hoy, están los inconvenientes entre residentes y comerciantes por las rumbas en zonas de El Poblado como el Parque Lleras, Las Palmas, Castropol y Barrio Colombia, y las emisiones de ruido que afectan la tranquilidad de los habitantes, sobre todo en las noches. Esta situación no ha encontrado una solución definitiva, a pesar de haberse hechos pactos de convivencia y organizado sinnúmero de comités mixtos (residentes, comerciantes, funcionarios y autoridades civiles y de policía) y asambleas comunitarias para tratar el tema.
En mayo de 1997, el lector Carlos Echavarría escribía a la Línea 312: “Vivo desde hace cuatro años en un conjunto residencial de la vía Las Palmas y desde que vivo allí he tenido el eterno problema del ruido insoportable de mis vecinos que son discoteca Babilonia, discoteca La Tranquera, discoteca Sodoma y Estadero El Indio…”. Tras las quejas ciudadanas, en agosto de ese mismo año el Área Metropolitana realizó las primeras mediciones con sonómetros y fueron sancionados varios establecimientos. Sin embargo, 15 años después, problemas como este persisten. En la pasada edición de Vivir en El Poblado (499), residentes del barrio Provenza manifestaron que aún esperaban respuesta de la administración municipal a una acción popular interpuesta en 2011, para solucionar el tema del ruido que los afecta en sus horas de sueño.
Otro de los temas recurrentes de la ciudadanía tiene que ver con la generación de espacio público para el disfrute de habitantes y visitantes de la comuna 14. En septiembre de 1992, el periódico evidenció por primera vez los problemas de espacio público que comenzaban a presentarse en El Poblado, situación que se convertiría en un tire y afloje entre la administración municipal y la comunidad a lo largo de los años, hasta el presente. “… Basta mirar cómo bares, tabernas, cantinas, heladerías, se han apoderado de calles y aceras. El Parque Lleras fue convertido en un parqueadero privado…”, publicó este periódico en la portada de la edición 23. Veinte años después, líderes comunitarios, funcionarios públicos y concejales discuten la posibilidad de peatonalizar las inmediaciones del parque y devolverle el espacio público al disfrute de los transeúntes.
Temas de obras públicas, como la falta de andenes peatonales a lo largo de las lomas de la comuna 14 y la carencia de espacios recreativos y culturales para la comunidad, son otros tópicos que se destacan como recurrentes. El impacto del desarrollo urbanístico y la transformación que ha tenido la comuna 14 en las últimas dos décadas, con el impulso de los centros comerciales y proyectos de vivienda, han sido registrados continuamente por Vivir en El Poblado .
Problemáticas, no menos importantes, y muy presentes también, han sido el manejo de los residuos sólidos y basuras en barrios como Provenza y Manila; malos olores por manholes y caños de quebradas debido a la contaminación y desecho de basuras; la invasión de avisos, vallas y pasacalles en las principales avenidas de El Poblado; consumo y venta de drogas en parques y espacios públicos; congestiones de tránsito en las afueras de las instituciones escolares e iglesias, entre otras. Todos son todos temas que siguen ocupando buena parte de la agenda pública de la comuna 14.