En riesgo el patrimonio histórico
El archivo histórico de la Casa de la Convención se está destruyendo
Es lunes, único día de la semana en el que la Casa de la Convención de Rionegro no abre sus puertas. Sin embargo, Carmen Cecilia Garzón, la encargada de este histórico espacio, aparece puntual para recibir a Vivir en El Poblado.
No es una casa cualquiera. En ella, el 4 de febrero de 1863, se reunió la junta de la Convención Nacional que expidió la nueva Constitución Política e instituyó la Confederación de los Estados Unidos de Colombia. Pero más que una copia enmarcada de esa constitución (la original está en el Senado), o una estructura de la época, la casa guarda un archivo histórico invaluable, con documentos que datan del año 1647 y van hasta 1950.
En un cuarto oscuro, pequeño y bastante expuesto a agentes destructores, se pueden apreciar los 1.533 volúmenes del archivo, dividido por fondos (Gobierno, Concejo, Notarial y Judicial). Carmen Cecilia abre con cuidado varios de ellos revelando hojas curtidas de bordes irregulares. En ellas se ve la caligrafía de siglos anteriores, los sellos originales de autenticación, y nombres y apellidos de genealogías de Antioquia. Se detiene en el volumen ocho, aquel que contiene los documentos de la fundación de Rionegro. En las primeras páginas alguien cortó uno de los sellos. Los trazos de la cuchilla atraviesan los siguientes tres folios.
Los depredadores: entorno, falta de recursos y vándalos
“El peor depredador del archivo, más que los hongos o la humedad, es el ser humano”, asegura Luis Fernando Giraldo, director de operaciones culturales de Rionegro. “Se lo roban y lo venden en el mercado negro, y Carmen solita ha sido la guardiana de esto”.
Son 28 años los que lleva Carmen trabajando allí. Cuando empezó, el archivo se encontraba en paquetes, ubicados en otro extremo de la casa, en donde recibían la luz y el calor del poniente todos los días. Ella decidió cambiarlo de lugar y guardarlo en cajas especiales que lo protegieran. Hace 15 años, la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales (Faes), con recursos propios, hizo un índice general de los 1.533 volúmenes, pero por falta de dinero no se indexó el contenido específico de cada volumen, ni el de aquellos documentos sueltos en cajas y paquetes.
Según Álvaro Alfonso Vidal, historiador y conocedor del archivo, el índice del Faes es más un inventario, que se hizo antes de la regulación y normativa que se estableció con la ley de archivos 594 de 2000. Esta, entre otras cosas, indica las herramientas para indexar y promueve la digitalización para evitar al máximo la manipulación. En esas manipulaciones no solo se hacen daños involuntarios, sino que algunas personas, por evitar quedarse consultando allí mismo, arrancan las hojas que necesitan.
En lo que va del año, más de 4.600 personas han visitado el archivo de la Casa de la Convención de Rionegro. No hay un sistema de cámaras de vigilancia, ni una persona que le ayude a Carmen a cuidar lo que sucede cuando ella entrega uno de los valiosos e históricos volúmenes. Y aunque las personas que quieren consultar el archivo deben llevar cartas de presentación y registrar qué tomos consultan, los daños persisten. A esto se suma la humedad, el deterioro natural del papel, los hongos y el polvo. Frenar el daño y mejorar las condiciones de almacenamiento son los primeros auxilios que requiere el archivo.
Es un proceso muy costoso, más si se considera que la Casa Museo de la Convención de Rionegro no está articulada a la Dirección de Cultura de ese municipio, ni a ninguna Secretaría y, por ende, no tiene presupuesto para sus operaciones. Así lo explica el director Giraldo. Cada necesidad que ha tenido Carmen en el manejo de la casa se ha resuelto por medio de peticiones a la Secretaría de Hacienda. “Hace diez años estoy pidiendo un computador”, dice con desconsuelo, mientras hace anotaciones con lapicero. Luis Fernando Giraldo explica que de los 3.200 millones que tiene de presupuesto la Dirección de Cultura para este cuatrienio, la mayor parte se va en apoyo a eventos y talento artístico, y a las escuelas musicales, con solo “una delgada línea para la conservación del patrimonio, la cual buscará en esta administración una financiación del Ministerio de Cultura y de la Gobernación de Antioquia por 1.200 millones para el archivo (mínimo se requieren 2.000) y 2.000 para la Casa Museo”.
Ese camino podría decirse que lo inició Carmen Cecilia cuando decidió hacer, como trabajo final para su posgrado en Museología, un proyecto para mejorar las condiciones del archivo. Hace un año y medio lo presentó a la Gobernación de Antioquia para participar por los recursos provenientes del incremento al IVA de la telefonía móvil. Obtuvo 120 millones de pesos. El proyecto, que debe empezar la próxima semana, consiste en clasificar y organizar el archivo, adecuar la sala y digitalizar el archivo para evitar más contacto humano. 80 millones de pesos están destinados solo para la digitalización de 500 volúmenes. Los demás tendrán que esperar pero, como dice la guardiana de este pedazo de historia de Colombia, “lo importante es empezar”.
En el archivo
El historiador Álvaro Alfonso Vidal, quien consulta este archivo desde 1995, lo considera el tercero en importancia en Antioquia, pues contiene documentos de municipios circundantes que dependieron administrativamente de Rionegro. Asegura que no puede saberse con exactitud qué hay en el archivo por falta de un índice completo, sin embargo existen documentos notables como los planos de la Casa de la Maestranza (lugar en Rionegro que se construyó para instruir militarmente a jóvenes durante el periodo de Independencia), correspondencia de Francisco José “El Sabio” Caldas, de Tomás Cipriano de Mosquera, de José María Córdova y de Juan del Corral. Otros temas muy consultados en el archivo son la libertad de esclavos, la vida de Javiera Londoño, la construcción de la Iglesia de San Francisco en Rionegro en 1740, minas, caminos y genealogías.
Un mentor en Medellín
El polo apuesto a la situación de Rionegro, lo constituye el Archivo Histórico de Medellín, que tiene experiencia para aprovechar. El restaurador del archivo, Felipe Vargas, explica las condiciones óptimas: las estanterías están confinadas, su metal y pintura son antifuego, no tocan el suelo para evitar daños en una inundación, tienen luces en cada pasillo que se activa por sensores para minimizar la radiación UV. Recibe dos horas diarias de limpieza en seco, se fumiga cíclicamente y se registra la humedad diaria para que se mantenga estable. Además de estos procesos de conservación, el archivo ha digitalizado tres metros de los 2.000 metros lineales totales. La directora del archivo, Claudia Vásquez, cuenta lo costoso que resulta la digitalización. “Nosotros tenemos 95 mil imágenes de documentos con acercamiento progresivo y cada una costó alrededor de 1.300 pesos”. Dice que ha habido experiencias malogradas de digitalización y por eso ofrece el acompañamiento y asesoría al archivo de Rionegro para que su primer proyecto sea eficiente. Además asegura que hay que aprender a hacer búsquedas de dinero. El de Medellín contó el año pasado con un presupuesto de 400 millones y este año cuenta con 230 millones, según la formulación del Plan de Desarrollo de Medellín, pero existen otros medios como el proyecto que presentó a la Universidad de Harvard en 2010, que le otorgó 13 mil dólares. “Hay que seguir tocando puertas”, dice la directora.