Lina Hinestroza se llevó tremendo susto cuando se encontró con un caracol africano en el jardín de su casa, en una urbanización de Las Palmas.
Sin saber qué hacer expuso su angustia a Vivir en El Poblado, que le transmitió la inquietud a la autoridad ambiental Corantioquia.
Ahora, en zona urbana, en Castropol, un ejemplar fue visto en la urbanización Finito. El administrador Manuel Zapata llamó al Área Metropolitana y espera la visita de inspección. Como prevención, advirtió mediante un cartel a los residentes para que tengan cuidado al transitar por las zonas comunes.
El caracol africano, que se caracteriza por una rápida reproducción, está recorriendo El Poblado y los vecinos insisten en llamar a las autoridades; sin embargo, el control debe hacerse de cuenta propia, a mano y con agua y sal. Esa ha sido la respuesta.
En Santa Fe de Antioquia, el hostal Casa de Verano halló una solución parcial. Dado que la recolección manual no les daba resultado (“no alcanzábamos a cogerlos a todos y los que se morían derretidos generaban malos olores”), Alejandra Zapata contó que un huésped les recomendó montar un cerramiento en tubos de PVC cortados a la mitad y llenos de cáscara de huevo picada.
“Cuando el animal intenta entrar, la cáscara se le pega por debajo de su cuerpo, lo incomoda sin matarlo ni herirlo y lo ahuyenta”, señala Alejandra.
Corantioquia respondió que “las cáscaras de huevo generan una barrera al caracol, este se hace daño y no puede pasar sobre ellas. Sin embargo, no es un control efectivo, ya que el animal seguiría reproduciéndose y causando los daños ya sabidos en los ecosistemas”.
El caracol africano actúa como vector, es decir portador de microorganismos que pueden afectar la salud de las personas y causar enfermedades intestinales, meningitis, inflamación de tejidos, diarrea, fiebre y hasta la muerte, de acuerdo con el ICA.
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