El Paintball se trasladó a El Tablazo
Las bellas extensiones de tierra en el Oriente antioqueño se convirtieron en la mejor sede para el paintball en bosque
Es extraño ver personas con uniformes militares de bandos opuestos, armados y con una sonrisa que no les cabe en el rostro. Tampoco es común que se monten en el mismo vehículo y que, al pasar, los transeúntes y conductores esbocen igual mueca de felicidad.
Para Andrés Echeverri, todo se enmarca dentro de la cotidianidad. Él, como cabeza visible de este grupo de guerreros, solo tiene la misión de transportarlos para que ingresen en el bosque y den rienda suelta a su capacidad para acabar con los oponentes.
Es extraño, porque a pesar de que no lleva uniforme, es atendido por el grupo con sumisión. Previo al inicio de la travesía que los llevará al campo de batalla, nadie chistó cuando revisó cada una de las armas, entregó las municiones y ajustó petos de seguridad y pantalones holgados como si se tratara de una madre preocupada.
Nadie osó replicar cuando advirtió, mirando a los ojos de sus receptores, que por ningún motivo se quitaran la careta.
Aprovechando que es el que parece tener los mejores argumentos, a pesar de que no está armado, es el momento adecuado para preguntarle desde hace cuánto está sumergido en este tipo de aventuras.
Mientras pasa por varios baches que tiene este camino veredal de El Tablazo (Oriente antioqueño), explica que “desde el 1 de abril se inauguró este campo para romper la monotonía del paintball y llevarlo a otro nivel. Esto después de cinco años en el Oriente antioqueño, desarrollando la parte urbana, adecuando campos y organizando encuentros de speedball, que es la parte profesional del paintball”.
Esta área de Rionegro es rica en pinos y cuenta con un bosque virgen nativo y mucha ladera. Algunas de estas zonas, por ser protegidas, son las únicas que no se pueden transitar. Incluyen riachuelos y nacimientos que hacen la aventura muy atractiva. Al fin y al cabo son condiciones muy similares a las que se enfrentan quienes portan armas con algo más que bolas de pintura y armas de aire comprimido en cualquier territorio colombiano.
La experiencia de Andrés en esta práctica derivó en Militar Paintball, un espacio que gracias a las extensiones de terreno que aún conserva el Oriente antioqueño se ha convertido en un atractivo mayúsculo para personas que quieren vivir experiencias de supervivencia.
De ahí que Andrés recuerde la importancia del trabajo en equipo y de la estrategia, no solo para vencer a los otros sino también para enfrentar el terreno, avanzar por él e interpretar los mapas.
Fuentes de inspiración
La serie Hermanos de Sangre (Band of Brothers), dirigida por Steven Spielberg y Tom Hanks, ha sido la inspiración para Andrés. Por eso el grupo que transporta en este momento cuenta con un bando “alemán”, que pretende defender su base, emulando la Segunda Guerra Mundial, y unos “norteamericanos” que deberán llegar hasta la bandera enemiga sin ser alcanzados por las bolas de pintura. Todos son criollos.
Precisamente los estadounidenses son quienes han desarrollado y potenciado este deporte. “Incluso las fuerzas especiales y el equipo Swat (fuerza de operaciones especiales de los cuerpos policiales estadounidenses) entrenan y depuran estrategias para sus operaciones en terreno real por medio de esta práctica”, asegura.
El paintball tuvo sus inicios en los años 70, tiempo en el que las bolas de pintura servían para marcar y contar el ganado o señalar los árboles a cortar. Luego un par de amigos (otros dicen que un par de hermanos) se dieron a la tarea de convertirlo en deporte.
Aunque en las etapas primigenias eran pocos los disparos porque se jugaba con marcadoras que se vendían en catálogos agrícolas difíciles de cargar, la tecnología vino al rescate con desarrollos de armas con aire comprimido y CO2. Antes las persecuciones eran entre pocos jugadores, en cambio ahora Andrés se puede dar el lujo de impartir instrucciones a un mínimo de doce combatientes.
La mecánica
El grupo americano tiene el objetivo de obtener este fuerte alemán, que cuida una bandera. La misión es avanzar y hacer una buena estrategia, combatiendo por quebradas y trampas de los campos para tomar el fuerte. La victoria de los alemanes llegará si evitan el avance de la tropa rival.
Al llegar al sitio, un guía inicia una travesía con el grupo norteamericano. En la zona conocida como Código Rojo, todos, incluidos periodistas con libretas en mano y fotógrafos, deben ponerse la careta porque pueden ser alcanzados en los ojos, la única parte que podría verse afectada realmente por una de las bolas de pintura.
Cada terreno tiene además dos banderas blancas que indican el sitio al que deben ir quienes reciban un impacto, para volver a entrar a la batalla. A propósito, cuando un participante es alcanzado debe levantar su arma en señal de rendición y acudir a la zona de la bandera.
La batalla se extiende por cerca de 50 minutos, dependiendo del número de bolas que cada grupo de jugadores adquiera. 100 bolas pueden durar un poco más de 15 minutos, según quien opere el arma. En caso de quedar con remanentes después de la batalla en bosque, Andrés conduce al grupo de nuevo a la sede principal. Allí hay un campo con obstáculos en los que la misión es robarse una bandera central sin ser impactado. Esta modalidad es mucho más rápida y puede durar incluso segundos, de acuerdo con la pericia de los participantes.
Mientras Andrés prepara la logística para recibir a un nuevo grupo que llegará cualquier día de la semana para sumergirse en esta aventura, en el norte del continente se desarrolla en este mes de octubre el Campeonato PSP de Paintball, uno de los más reputados torneos y que recibe a los mejores exponentes de esta práctica que solo en Estados Unidos convoca a cerca de 10 millones de personas al año.
Al culminar la batalla es común escuchar las risas de los combatientes en medio de caras rojas que se alcanzan a asustar y cuerpos que han hecho un despliegue importante para evitar ser alcanzados o alcanzar a un rival. Sin importar lo extenuados que estén, lo interesante es que al final de todo, cada uno de los combatientes está listo para volver a su casa con una sonrisa de oreja a oreja.
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