Los colegios empiezan a dar pasos de inclusión y entendimiento frente a la población trans. Es la ruptura de la visión hombre-mujer. Emilio Patiño Monsalve y el Marymount son un ejemplo.
Emilio Patiño Monsalve se miró en el espejo. Era la última vez que veía a Sara. Y se despidió. Ese día se cortó el pelo y dejó su ropa de mujer. Y de eso ha pasado ya un año. Pero el proceso fue largo. Entenderse no fue fácil. Siempre tuvo compañía, la de su familia y la de su colegio, el Marymount, que hoy es ejemplo de inclusión.
Emilio es una persona trans, es decir, su cuerpo biológico no corresponde con su identidad sexual. Una persona trans está “transitando y transformando su sexualidad”, explica Paula Tamayo, sicóloga y coordinadora de Extensión Académica de la Facultad de Psicología de la Universidad CES. Esto es difícil de entender para muchos y, por ello, suelen ser rechazados y discriminados.
De hecho, según explica la pediatra Beatriz Ospina, los índices de suicidio dentro de esta minoría son altos. Según un estudio publicado en la revista Pediatrics, el 50.8% de los adolescentes trans han pensado en quitarse la vida. Además, cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dicen que el 80% de las personas trans muere antes de los 35 años.
Derechos
Es común que niños y niñas trans empiecen a ser rechazados en centros educativos. Sin embargo, según explica la abogada Catalina Cardozo, el hecho de que un estudiante menor de edad sea trans no es motivo para expulsarlo: “en Colombia prevalecen los derechos de los niños, entre ellos la dignidad, la igualdad y la libertad”. Es por ello por lo que las instituciones deben garantizar el acceso a la educación de niños y niñas homosexuales, bisexuales y transgénero.
El camino aún es duro. A pesar de que Emilio tuvo el apoyo de las directivas del Marymount, no todos cuentan la misma historia. Para Lina Monsalve, madre de Emilio, “nuestro sistema educativo tiene una deuda muy grande con la comunidad LGTBIQ (Lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales y queers), pues el tema es completamente ignorado”. Ante la presencia de Emilio, su colegio empezó a trabajar sobre el tema con la asesoría de FAUDS (Familiares y amigos unidos por la diversidad sexual y de género).
Comunicar para sensibilizar
Para Paula aún hay mucho por recorrer. “La transexualidad no hace parte de la agenda de ciudad. Para lograr la inclusión debe haber comunicación y socialización. En los colegios, los comités de convivencia deberían ser aquellos entes encargados de sensibilizar y prevenir el matoneo. Deben ser más proactivos y no tan reactivos”.
Desde el principio, Emilio encontró el apoyo necesario en su colegio. Desde ayuda sicológica hasta modificaciones en la planta física, pues ya existe un baño neutro para él. Además, cuenta, sus compañeras lo recibieron con los brazos abiertos.
Para Catalina Cardozo: “el modelo de colegios femeninos y masculinos debe ir cambiando. Hay que dejar de entender el mundo desde el binomio hombre-mujer y ver que hay diversidad, que hay formas distintas de vivir tanto la identidad como la orientación sexual”.
Pero esa inclusión no se logrará a corto plazo. “Las personas trans nos invitan a romper esquemas heteronormativos. Por eso, como institución, el CES forma profesores y estudiantes para que desde la medicina, el derecho y la sicología podamos entender y atender de la mejor forma”, explica Paula.
Que Emilio haya decidido contar su historia (lo hizo en Blu Radio) es un paso importante. Su sueño es ser publicista y poner su carrera al servicio del activismo. Quiere llegar al mundo con su mensaje de inclusión y cero discriminación. Quiere, además, compartir su tránsito, un proceso que, en palabras de Paula es “hacer posible lo imposible”.
Por: Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]